¿A qué venía yo? A invitarlas a una cita 😏

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Por La Durito
Ilustración: La Durito

La verdad, bichis, es que no sé por dónde ni cómo empezar con esto. Una pensaría que después de TANTO MATERIAL existente en el planeta alrededor del tema, se vuelve un poco redundante abordarlo, pero no. Nunca serán suficientes libros, disertaciones, papers, ensayos, videos, canciones, pinturas, esculturas, ficciones, charlas de té, pelis e infinidad de otros formatos. No importa cuándo lean esto: la vinculación humana romántico-sexo-afectiva (las tres juntas, cada una separada o divididas en grupitos) es UN CONFLITO CENTRAL EN LA CONSTITUCIÓN SOCIAL INTERPLANETARIA. Hago un paréntesis para aclarar que si bien sólo conozco el planeta Tierra, no tengo pruebas pero tampoco dudas, de que en alguna parte del universo hay un alien llorando con el corazón roto, y otros por ahí chapando fuerte contra una pared.

¿Por qué es un conflicto central? Dos motivos: primero porque el emparejamiento es la base de la constitución social necesaria para que el sistema capitalista siga funcionando. Se necesita que la gente se junte, se aparee y siga engendrando a los soldaditos de la producción y el consumo. Y segundo, porque QUÉ FALOPA PRECIOSAS ENAMORARSE Y EL DELICIOSO. Una vez una amiga me contó que escuchó que un estudio científico demostró que las partes que se activan en el cerebro cuando una persona está enamorada son las mismas que se activan cuando una persona está drogada. Esto no está para NADA chequeado. Ni por mi amiga ni por mí y a este nivel tal vez, ni siquiera por la comunidad científica, pero en esta ocasión, elijo creer.

Entonces, ¿es taaaaaaaaaan loco que las personas queramos emparejarnos? Desde que salimos del útero de una persona gestante nos adoctrinan con que la forma vincular más importante, es la de la pareja (si sos una feminidad, amicha, directamente el cerebro frito). Todo a nuestro alrededor, es amor: Disney, familia, fetos ingenieros, miedo a la soledad, y a eso hay que sumarle LO CARO QUE ES ALQUILAR Y LO FRÍA QUE ES LA DE DOS PLAZAS EN INVIERNO, LA SAN CONCHA DE DIOS. ¡¿Cómo no vas a querer hacerte un perfil en Tinder para buscar a alguien que quiera dormir en la misma cama y pagar alquiler a medias, Mabel?! AYUDAME, LOCA.

¿A qué venía yo? Ah, sí. Salir de nuestra propia Matrix es una decisión que lleva tiempo, trabajo (en el sentido poético de la palabra), dinero, paciencia y mucha ternura. Cosas que la mayor parte de la población carece en parte, o en su totalidad. Realmente es difícil, y en el medio continúa la vida. (estoy completamente en contra de que aún no exista un dispositivo que frene el espacio-tiempo). Y la verdad es que si vamos a estar en este mundo de verga, más vale compartir el peso de la existencia con alguien. Lo cual me da pie para consultarles: ¿QUÉ NOS PASA CON LAS CITAS?

Se convirtieron en la pesadilla millennial y centennial por excelencia. Estamos todas prefiriendo estar en una de las pruebitas de “El juego del miedo”, antes de tener que atravesar por la tortura de concretar una cita. Miedo, incertidumbre, confusión, frustración. Todo es bronca y dolor. Ya sea en la vida física o en la virtual, realizar la danza del apareamiento y exponer nuestra vulnerabilidad a une desconocide o a alguien que queremos conocer más, da PÁNICO. ¿Y qué puedo decir yo a eso más que SAME? Vivimos en una sociedad HOSTIL. Sí. Con mayúscula porque el mundo que construimos es particularmente siniestro.

Vivimos cotidianidades donde, la mayoría, trabajamos en actividades que no nos satisfacen un promedio de 9 horas diarias. El 70% del salario (con suerte) se nos va en los gastos fijos para vivir dignamente (ponele). Las políticas de estado respecto al fomento de la importancia de la salud mental son pocas (prácticamente nulas). ¿Cómo vamos a estar bien para vincularnos con les demás si ni siquiera podemos vincularnos con nosotras mismas porque estamos ocupadas SOBREVIVIENDO?

Hay que tener mucho coraje y una autoestima bastante armada como para elegir el camino de la vulnerabilidad. Exponerse tiene muchísimos beneficios, pero también riesgos. En un mundo donde todo tambalea y nos bombardea, hacer lugar para dejarnos ver por alguien que NO SABEMOS si va a respetar y honrar esa apertura, requiere estar zarpada en carácter. Pero como estamos todas cagadas en las patas, nos tratamos como el orto. Porque vincularnos, nos seguimos vinculando; ahora cómo y a qué costo, bueno. AHÍ YA SE PONE JUERTE EL ASUNTO.

¿Por qué nos da tanta “paja” hacer algo que en teoría, deseamos? ¿Por qué no respetamos el tiempo y la emocionalidad de le otre? ¿Por qué dejamos que nuestra valoración personal dependa íntegramente de une otre que tal vez, ni siquiera conocemos? ¿Por qué ghosteamos y hacemos pasar a la otra persona por un momento de incertidumbre abrumante cuando podríamos decir lo que sentimos y nos pasa? ¿Por qué nos da tanto miedo que alguien nos VEA? ¿Por qué nos quedamos calladas cuando una amiga hace algo que nos parece una mierda con un vínculo suyo? ¿Cómo pretendemos tener vínculos sanos y libres si ni siquiera nos damos tiempo y espacio para conocer a alguien?

No vengo a decirles que las citas son algo piola, ni tampoco que son una cagada, pero tiene sentido que pueda representar algo incómodo y desmotivante a veces.
Sí vengo a proponerles algo: antes de embarcarnos en el bote del cortejo, hagamos como dijo Shakira: siempre supe que es mejor, cuando hay que hablar de dos, empezar por una misma. Tal vez estaría bueno entender qué significa y qué implica para nosotras mismas (más allá del sentido común) tener una cita. Tener un registro propio y sernos sinceras, recién ahí creo que podemos darnos el lujo de entender si estamos en un buen momento para aguantarnos la incógnita del devenir de la cita, o si en realidad estamos en modo pollito mojado y capaz es mejor una jornada de maté y chipá con las amichas.

Yo no sé ustedes, bichis, pero yo he tenido las mejores citas cuando mejor me sentía conmigo misma y el intercambio que venía teniendo con la otra persona realmente me inspiraba confianza y deseo. Propongo y acepto planes que me diviertan a mí primero. Si ya voy a hacer algo que no me cierra, ya está. Ya arranqué la cita para el orto.

Hay que tener en cuenta que el peor panorama posible puede suceder. Pero saber que cuento con herramientas para lidiar con esos escenarios, ayuda banda. Saber que hay amigas expectantes que me están cuidando a la distancia y a quienes puedo acudir si se hunde el titanic, es otra bendición.

Bueno, me fui a la mierda. Larguísimo el desvarío de hoy. A renovar el mate y mirar durante 20 minutos un punto fijo en la pared, que esa disociación dominical no se va a hacer sola. Abracito, mis cielas 🧉.

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