Amistades en pandemia

Beba-04

Por Sofía Alesia Saito

¿Cómo pensar los vínculos de amistad en pleno contexto de crisis sanitaria, económica, subjetiva y social?

Nunca una autoridad de mi vida me habló de la naturaleza de las amistades. Jamás nadie decidió explicarme el significado de las palabras amigo o amiga, ni hablemos de amigue. En ningún momento de mis años formativos recibí educación emocional en lo que a las amistades respecta. Y así, desconociendo completamente las posibilidades y dificultades del tema, crecí llamando amigues a quienes no merecían el título.

Hace ya más de un año decidí que no había momento como el ahora para intentar derribar todas esas barreras que me venían molestando hace tiempo, y quién mejor que yo para comprometerme a una causa que me interpelaba hasta lo más profundo de mi ser.  De esta forma me encaminé en la ruta de, como en tantos otros tipos de relaciones, deconstruir las amistades. Deconstruir todo lo bueno y todo lo malo, porque solo cuando realmente entendemos lo que estamos atravesando podemos disfrutarlo al máximo. Estaba en ese camino cuando encontré, adentro mío, una definición para la palabra amistad alrededor de la cual decidí escribir un newsletter. Esta era: La amistad es el verbo to be. Ser y estar, ambos, a la vez, combinados.

Esta definición me sirvió por un tiempo, pero algo la hizo dar un salto: en marzo de 2020 la Argentina, como tantos otros países, comenzó un proceso de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, mejor conocido como cuarentena, donde están prohibidas las reuniones sociales. Es decir, ya no se puede estar de la forma en que antes estábamos. Entonces, ¿qué pasa con las amistades en este nuevo contexto que nos obliga a estar separades, sin importar nuestros deseos o necesidades?

La realidad es que pasan un montón de cosas distintas, pasa A y pasa B, y pasa Z también. Porque las amistades son tan variadas como las personas que las componen. Para ir más al punto, voy a hablar desde mi experiencia y es la siguiente:  . En mi caso, por ejemplo, he formado relaciones no basadas en la cotidianeidad sino en lo esporádico, por lo que creo que este proceso fue más leve que a quienes basan sus amistades en el verse día a día. Este segundo tipo de relaciones, entonces, ha sufrido mayores cambios en su normalidad y se ha desencontrado más dentro de sí mismas. ¿Qué quiero decir con todo esto? Quizás alguien que esté acostumbrado a ver a sus amigues todos los días en el colegio, universidad o trabajo tenga menos herramientas para lidiar con no verles por 120 días que alguien cuya normalidad se parezca a la mía: donde no ver a mis amigues por un mes puede ser regla.

Sin dejar de decir que cada relación es un mundo, quiero aprovechar esta oportunidad para mencionar que, en muchos casos, las situaciones se repiten. Sí, obvio, los mensajes de whatsapp, las videollamadas, los zoompleaños, eso sí. Pero también la otra cara de las amistades en pandemia, lo que muches podrían ver como negativo: el distanciamiento. Existen relaciones que, por más esfuerzo que se haga, no logran superar la distancia impuesta por la cuarentena. Relaciones que se fueron deteriorando y donde el silencio tomó cada vez mayor protagonismo. ¿Es malo el silencio? Si alguna vez me leyeron sabrán que mi respuesta es un no absoluto, que lo disfruto y que no le tengo miedo. Sin embargo, ¿qué pasa cuando una amistad es invadida por un silencio insoportable que divide más de lo que une? Bueno, ahí la historia es otra.

En medio de todo este proceso de distanciamiento social que estamos viviendo, muchas amistades se vieron en las de perder, es decir, en las de mostrar sus verdaderos colores que lejos estaban de la solidez. No lo veo como algo malo: el distanciamiento es sencillamente algo que iba a pasar tarde o temprano. Y bueno, acá estamos, viviéndolo. Pero la realidad es que, más allá de que sea algo que tenga que pasar, los sentimientos que lo acompañan son duros, y no podemos evitar sentirlos. Perder amistades, en definitiva, conlleva cierto dolor que no podemos dejar de sentir por el simple hecho de que tenía que pasar tarde o temprano. Esta cuarentena, entonces, se vio inundada para muches de finales de relaciones que quizás se venían arrastrando hace tiempo, y esos finales traen cierto dolor.

Por todo esto, hablar de amistad y cuarentena, no es simplemente hablar de videollamadas. Es hablar de sentimientos mucho más profundos. De alejarse de personas que ya no sumaban, pero que aún estaban ahí. De cortar como une corta con une novie, y quedarse con un millón de sentimientos y recuerdos sin saber qué hacer. Hablar de amistad y cuarentena es, en definitiva, hablar de aprender a decir adiós a personas que quizás veíamos solo por costumbre. Y hacer eso es atravesar momentos de dolor.

No tengo soluciones mágicas para el dolor que puede generarse tras el distanciamiento producto de la cuarentena. No tengo palabras que vayan a aliviarte sin más, principalmente porque no las hay. Lo que tengo, sí, son palabras que dicen que todo pasará; y que es mejor que pase lo antes posible, porque cuanto antes pase, antes te vas a reponer. Y, bueno, reponerse es lo mejor a lo que podemos aspirar dadas las circunstancias.

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