Por Malena García
Fotografía Eleonora Ghiodi y Sebastián Smok
“El cuarto de Lucía” es una pieza visual que replica la habitación de Lucía Pérez Montero, víctima de femicidio. El documental “Femicidio” nos lleva a la historia de María Elena Gómez, asesinada por su pareja en 2005. “Atravesadxs” es una muestra fotográfica sobre familiares de víctimas de femicidio y travesticidio. Distintos lenguajes artísticos se cruzan para contar la ausencia, el dolor, el duelo, lo tedioso de lidiar con la justicia, la revictimización de los medios, la lucha colectiva, la memoria en voz alta. El arte como un quiebre que nos saca del lenguaje de las estadísticas, la impotencia y la indignación para devolvernos a las marchas, los abrazos y la fuerza de querer cambiarlo todo.
Estamos esperando justicia por Lucía Pérez Montero. Hoy se conocerá el veredicto del segundo juicio que investiga el femicidio. Su historia es emblemática: lo sucedido se conoció al terminar el 31° Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, lo cual llevó a organizar el primer paro feminista (y el primer paro construido contra el gobierno de Mauricio Macri). El movimiento feminista se apropiaba de una herramienta de la lucha obrera para protestar contra las violencias de género y desde 2017, se instaló como forma de intervención política en los 8 de marzo.
“El cuarto de Lucía”
Al entrar a la habitación, estamos inmediatamente en un espacio íntimo. Un atrapasueños, la cama de una plaza apenas destendida, la ropa encima de la cama, las zapatillas en el piso, una patineta, posters, una tabla de surf apoyada contra la pared. Las cosas que hacía Lucía, sus actividades, sus fotos, nos sacan un poco del lenguaje de las cifras y las estadísticas. El espacio nos habla de la ausencia en una casa, y del duelo de muchas familias que no han tocado la habitación de su familiar desde su muerte. No es un caso más, es Lucía.
“El cuarto de Lucía” es una instalación creada por su mamá, Marta Montero, que reproduce la habitación de Lucía Pérez Montero, la joven de 16 años asesinada en Mar del Plata en octubre de 2016. El cuarto también nos muestra lo que sucedió con la justicia: hay una televisión prendida en todo momento. Las imágenes son del juicio que dejó impunes a Juan Pablo Offidani, Matías Gabriel Farías y Alejandro Maciel, los acusados del femicidio de Lucía. A Offidani y Maciel los habían condenado por la tenencia de drogas para la venta, pero todos fueron absueltos por los delitos de abuso sexual y femicidio. Tras una larga y sostenida lucha, el fallo fue anulado en plena pandemia, el 12 de agosto de 2020, por contener “intolerables prejuicios” y “suposiciones basadas en estereotipos de género”. El 7 de febrero de este año comenzó un nuevo juicio.
Las proyecciones también nos muestran cómo los medios mostraron lo que pasó. En las paredes del cuarto, aparecen fotos de movilizaciones, de femicidas y de jueces. El video se muestra en forma continua y cierra con el grito de “¡Lucía Pérez, presente!”.
Salimos de la habitación. Nos encontramos con fotografías de víctimas de femicidio y con un texto que es una invitación a movilizarnos, a ser parte de la pelea por transformar.
La familia de Lucía enfrenta un segundo juicio: el pedido de juicio político por mal desempeño a los jueces Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas, por “negligencia, incumplimiento del cargo y parcialidad manifiesta”. Son los jueces que dejaron impunes a los imputados por el femicidio. Justicia para Lucía también es que aquellos operadores del Poder Judicial que toman decisiones que condicionan nuestras vidas sin perspectiva de género y de derechos humanos, sean destituidos.
Documental “Femicidio. Un caso, múltiples luchas”
El 19 de julio de 2005, María Elena Gómez salió con su pareja, Ernesto Jorge Narcisi, de 63 años, en el barrio porteño de Puerto Madero. Esa noche fue víctima de femicidio. Antes de que un trabajador o trabajadora del Estado pudiera avisarle a Mara lo que había sucedido, Crónica ya daba la primicia: el encargado del garage donde María Elena guardaba el auto, estaba viendo la tele y le avisó.
Un tiempo después, Mara estaba terminando la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA: venía trabajando en una tesina donde estaba analizando los discursos de la toma de la Facultad de Sociales en 2010, hasta que se aburrió. No tenía tiempo y tenía que poner la energía en algo que la convoque. Ya que se encontraba haciendo análisis de discurso, decidió analizar los discursos mediáticos sobre el femicidio de su mamá en 2005. Esa fue la puerta de entrada al documental “Femicidio. Un caso, múltiples luchas” que fue estrenado el 7 de marzo de 2019 y puede verse en Cine.Ar Play.
«La sociedad ha cambiado por el modo en que ocupamos las calles y pusimos en agenda nuestras reivindicaciones. Pero todavía hay periodistas sensacionalistas, en tanto la noticia es una mercancía, se busca el fin de lucro. ¿Qué pasa con las fotos? Matan a una jovencita y van al Facebook, y muestran las fotos, después empiezan a socializar los chats que tuvo con el femicida. Y ni que hablar que con esta suerte de folletines tapan un montón de otros temas», dice Mara. «Lo que hicieron con mi mamá en 2005 fue un horror. Cuando empecé la investigación y me fui a la hemeroteca, me encontré con el cadáver de mi mamá en la tapa de Crónica. Y ni hablar de los que se enteraron porque vieron la noticia en la tele».
Es un retrato cronológico y Mara asume distintos roles: hija, querellante, comunicadora, activista, bailarina. La protagonista revisa el pasado, los distintos pasos desde que ocurrió el femicidio, y encuentra un presente de lucha de los distintos feminismos, que se movilizan en 2015 bajo el grito de “Ni un menos”. En esa marcha, por primera vez Mara lleva una bandera en homenaje a su madre.
«Yo quería hacer un documental que no tuviera golpes bajos, que pueda convocar a distintos públicos. Si bien es un documental que podría ser catalogado como feminista, yo creo que lo excede, porque uno de los temas que tiene mucha importancia a la luz de todo lo que vivimos en la pandemia es el del duelo, esta gran pregunta que aparece en el film que es: ¿cuánto tiempo lleva un duelo? Y, no se sabe”, dice Mara. “A veces decimos No estamos solas, pero a veces sí te sentís sola, entonces necesitás esa contención, esas redes de las que hablamos las feministas. Si estaba rota, me fui rompiendo más. A pesar de que todos ven que soy fuerte -que lo soy-, durante este último tiempo lo que fui tratando de trabajar es la vulnerabilidad. Porque de repente nosotras podemos con todo, salimos a la calle, y la verdad es que no».
Además de hacer cine y bailar, Mara da clases de inglés. “El cine lo hago por placer y por un deseo de sanar y de ayudar a sanar”, dice. El film “Femicidio” recibió apoyo del INCAA, la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores) distinguió su guión y fue seleccionado oficialmente en distintos festivales internacionales de cine: en el WRPN “Women’s International Film Festival” de Estados Unidos recibió el premio a la excelencia. Hoy el documental continúa siendo proyectado en ciclos de cine, escuelas secundarias y universidades. “Quizás fue demasiada exposición la que tuve”, piensa. “Pero es la manera que yo tengo de encontrarle un sentido a la vida. Soy muy anti serie, muy anti Netflix, defiendo la sala, no sé si soy una romántica, pero yo amo ir a la sala, ese ejercicio de salir de tu casa”.
Actualmente, se encuentra trabajando en el proyecto de película “Mover (lo que no se ve)”, un biodrama donde tres bailarinas en pleno Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) problematizan lo que pasa con el encierro, sus historias y la salud mental. “Me parece que es crucial que hablemos de eso, y no sólo de la salud mental, de la salud integral, me gusta pensarlo así”, dice. Al igual que el documental “Femicidio”, este nuevo proyecto pone al cuerpo en un lugar central: “cuerpo donde se alojan las emociones, los traumas, cuerpos que también tienen una potencialidad política”, explica.
Muestra “Atravesadxs por el femicidio”
Hace al menos quince años, la fotógrafa Eleonora Ghiodi trabaja sobre el tema de la violencia de género. Su trabajo “Guerreras” lo muestra en profundidad: violencia callejera, institucional, médica, judicial, en el ámbito de la educación, familiar. Las fotografías de esa muestra se complementan con testimonios en primera persona.
Eleonora no quería cerrar un trabajo de violencia de género sin hablar sobre la expresión máxima de la cadena de violencias: el femicidio. Así conoció a las “mamás de Juárez” en la ciudad Juárez del estado mexicano de Chihuahua, donde el término feminicidio se instaló para visibilizar la brutal ola de femicidios y crímenes contra las mujeres, y la indelegable responsabilidad del Estado en su abordaje. Sólo durante febrero de 2023, el Observatorio Ciudadano de Justicia Especializado en Género contabilizó 8 homicidios dolosos, 408 casos de violencia familiar, 54 casos de abuso sexual y 35 violaciones en la ciudad.
Durante la pandemia, se cumplía el quinto aniversario del Ni una Menos en pleno ASPO. Así surgió el proyecto “Atravesadxs”: la propuesta era hacer una marcha virtual, donde circulen retratos de familiares con barbijos que dejan entrever las miradas y los gestos. Con el correr del tiempo se fueron sumando familiares y después de dos años hay más de cien testimonios. La muestra es virtual y puede verse acá.
“Atravesadxs” nos muestra retratos de familiares de femicidio junto a sus testimonios en primera persona. Uno complementa al otro: «El testimonio es tan importante como la fotografía», dice Eleonora. «A través de testimonios en primera persona, los familiares cuentan realmente, primero lo que para ellos es importante del caso. Segundo, se sale de este lugar de revictimización. Una de las cosas que los familiares denuncian en sus testimonios, la gran mayoría, es el maltrato que sufren por los medios hegemónicos. Una de las cosas que suceden muchas veces es que culpabilizan a las víctimas y a las familiares”. Eleonora no les hace preguntas, deja el espacio para que cuenten lo que quieran contar.
“Siempre te interpela y siempre te cambia la vida escuchar los testimonios. La violencia institucional, la ausencia del Estado, cómo siempre se llega tarde… Porque cuando hay un femicidio o travesticidio, es porque los agentes del Estado fueron negligentes o no llegaron, hay muchos sentimientos encontrados”, dice. “Lo que intento a través del trabajo, más allá de la denuncia, porque si bien considero que la denuncia siempre es importante, a mí lo que me interesa es tratar de encontrar de una manera colectiva, una salida. Es un trabajo que intenta encontrar respuestas».
Desde el principio, Eleonora quiso que la muestra sea callejera, que irrumpa en el espacio público, que interpele a la mayor cantidad de personas posibles. La muestra llegó a ser instalada en la estación de Constitución y tuvo un recorrido por la provincia de Buenos Aires en coordinación con el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense.
Actualmente, Eleonora se enfoca en desaparecidos en democracia, en la trata de personas, qué sucede cuando el Estado no acompaña la búsqueda y cómo hacen los familiares para buscar a sus seres queridos. Son trabajos de largo aliento que, además, requieren de una vigilancia de las ideas previas que lo condicionan: «La forma en que yo trabajo es entender la problemática a medida que voy entrevistando a la gente. Obviamente, uno tiene preconceptos. Intento mantenerme abierta lo más que puedo porque justamente quiero deshacerme de mis preconceptos para ver qué es lo que sucede realmente”.
¿Cómo se cuenta la ausencia? ¿Cómo se cuenta un duelo? ¿Cómo contar las angustias y retrocesos, el desgaste de atravesar un juicio? ¿Cómo contar la revictimización de los medios? ¿Cómo encajar todo con las luchas colectivas? ¿Cómo hacemos memoria? ¿Cómo escribir una historia feminista donde avancemos hacia más derechos? Las intervenciones artísticas aparecen como un quiebre que nos saca del lenguaje de las estadísticas, la impotencia y la indignación, para devolvernos a las marchas, los abrazos y la fuerza para querer cambiarlo todo.
“Algo que admiro mucho de los familiares es esto de no pedir justicia solamente por el caso de su familiar. No escuchás ni un solo testimonio, ni uno, que te hable solamente del caso de su hija, su hermana o quien sea. Siempre es un pedido de justicia por todo el resto. Siempre se mencionan entre ellos continuamente. Se acompañan. Y lo que dicen muchas personas es: por más que yo no pueda recuperar a mi familiar, lo que yo quiero es que esto no siga sucediendo. Es una lucha que continúa. Creo que es algo muy noble que es tratar de encontrarle un sentido después de tanto dolor y creo que lo único que te puede llegar a dar un sentido es la lucha”, dice Eleonora.