Deseo: una nave cultural en el corazón de la ciudad de Buenos Aires

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Por Belen Mingrone
Fotografía: archivo DESEO

En la previa del evento de apertura de la temporada 2024, conversamos con Martina Arzt, directora de Deseo, y Julia Sbriller, directora artística, sobre el camino recorrido durante el primer año de este espacio cultural liderado por mujeres.

Deseo comenzó a tomar forma en plena pandemia como respuesta a la necesidad de un espacio que aporte frescura a la agenda cultural independiente de la ciudad de Buenos Aires. Martina y Luciana Arzt, hermanas y directoras del espacio, siempre estuvieron inmersas en el mundo de la gestión cultural, interesadas en escalar proyectos y recuperar patrimonio arquitectónico de la capital porteña. La chispa creativa que dio vida a esta plataforma cultural se encendió luego de descubrir esta ex fábrica textil, espaciosa, luminosa y de techos altos, ubicada en Av. Chorroarín 1040, barrio de Villa Ortúzar.

Fundar Deseo llevaba consigo una mezcla de curiosidad y pasión por la cultura, una pulsión por estar conectades con lo que está sucediendo todo el tiempo en esta gran ciudad. Elegir el nombre fue una tarea fácil para sus directoras: “El nombre ‘Deseo’ surge inspirado en Almodóvar. Todos esos personajes que nos gustan y que también tienen que ver con la nocturnidad y con la cultura. El deseo también aparece asociado con el ocio, con la búsqueda de los placeres y como un motor para nosotras, ya que para construir y llevar adelante este espacio tenía que existir un deseo profundo”, comenta Martina, en diálogo con Beba.

Conformado por apasionades de la cultura, parte del diferencial de Deseo radica en la visión artística de Sergio Lacroix, escenógrafo y arquitecto de reconocidas discotecas como Palacio Alsina y Morocco, quien aportó su impronta al proyecto, con una arquitectura limpia y minimalista que facilita el cruce de escenas.

Pero esta nave cultural no fue pensada sólo como una sala, sino también como un espacio destinado a producir y motorizar ideas de todo tipo, desde fiestas electrónicas, con una fuerte presencia de la cultura rave, hasta activaciones diurnas como una galería de fotos instalada en los baños de Deseo, curada por Julia.

“Nuestro primer año nos sirvió para marcar cuál era nuestra línea estética curatorial. Intentamos abrir el mapa lo máximo que pudimos. Tratamos de empaparnos de las cosas que nos interesaban y generar match con aquello que podía potenciarse entre sí y apropiarse del espacio de una manera potente.” destaca la fotógrafa, que fue una de las primeras en sumarse al proyecto.

Ver cómo es la interacción con el espacio y cómo evoluciona su uso es uno de los compromisos fundamentales del equipo de Deseo. Son cada vez más los proyectos underground e independientes que comienzan a desplegarse a otras escalas, a asumir mayores responsabilidades y ofrecer propuestas innovadoras que puedan sacarle brillo al lugar.

Esta invitación a crecer es algo que no muchos espacios generan y que para Julia hace el diferencial: “Creo que hay mucho entusiasmo del equipo, mucha manija por hacer cosas y colaboramos mucho entre nosotras. Además de ser gestoras culturales hay una gran pata artística, de programación, de curaduría del espacio, de lo que queremos mostrar. Hay algo que pasa entre todas que es re interesante” añade.

En tan solo un año, Deseo acompañó a una gran cantidad de proyectos. Aunque montar un museo fue una de las experiencias más extravagantes que quedará en el recuerdo de las directoras. “Un día hicimos una muestra del Archivo de la Memoria Trans con el Cumpleaños del Gondolin y para mí ese día fue como si Almodóvar hubiese estado en Villa Ortuzar”, expresa Julia.

La idea fue armar un museo durante 24 horas y activar una galería. Tomaron la pista de baile para montar una exhibición del Archivo Trans a la altura de la vista, para finalmente elevar las imágenes y dar lugar a la pista de baile, arrancando con la celebración del Cumpleaños del Gondolin, un hotel de personas trans, de mucha militancia. “Para nosotras fue una acción de militancia y de acompañar a proyectos que nos re gustan a que ocupen nuestro espacio y lo tomen. Fue una jornada de muchísimo aprendizaje”, agrega.

En este contexto socioeconómico nacional, de ajustes extremos en la industria artística y cultural, espacios como Deseo son los que sufren directamente el impacto de las nuevas políticas en contra de la cultura. En ese sentido, merece la pena recordar que Deseo no podría haber llegado a ser un espacio independiente sin la ayuda del Estado y del Fondo Nacional de las Artes, entre otros actores.

Para Martina, es difícil hacer paralelismos con la experiencia previa del período 2015-2019. Si bien la directora reconoce que los momentos de crisis pueden impulsar la creatividad y la formación de nuevas redes, encuentra en el presente mucha incertidumbre. “Ahora no sabemos qué va a pasar pero sí estuvo bueno que, como espacio, durante todo el año pasado hicimos algunas bajadas importantes para nosotras, para setear quiénes somos, nuestros valores y ciertos cuidados sobre lo que consideramos tiene que tener un espacio cultural y la noche, que para nosotros era importante transmitirlo desde un inicio y no dar lugar a ciertos discursos de odio”, indica.

Aunque el horizonte sea oscuro, las directoras encuentran en la incertidumbre una oportunidad para reforzar sus formas de trabajo y explorar nuevas posibilidades culturales, así como también confían en que surgirán nuevas redes, artistas y propuestas culturales que impulsen un cambio necesario para el futuro. “Estos contextos habilitan al trabajo conjunto con un montón de colectivos y productoras. Siento que el año arrancó en esa clave”, señala Martina.

Con el evento inaugural de la temporada 2024 a la vuelta de la esquina, este 23 de febrero, Deseo se prepara para arrancar el año con un DJ set full house de la mano del músico ecuatoriano-francés Nicola Cruz, acompañado por los argentinos Ana Hagen y Ciberfobia, en un evento diseñado para dejarse llevar por el deseo.

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