Ejercitar la memoria en tiempos de aislamiento

Opción - 2

Por Manuela Sisti, Iara Mossayebeh y Ayelén Cisneros
Diseño: Camil Camarero

En un contexto donde la responsabilidad social pasa por el encierro, ¿cuál es el lugar para la memoria?

“Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la junta de Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones.” Hace 44 años que el Comunicado N°1 de la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas inauguraba un nuevo régimen civil y político caracterizado por la represión y la violencia. 

No es casual el nombre con el que las Juntas bautizaron la dictadura cívico militar eclesiástica que se instauró el 24 de marzo de 1976: “Proceso de Reorganización Nacional”. Reorganizar la sociedad implicó, justamente, un proceso lento y minucioso. La detención, desaparición y asesinato sistemático de personas vinculadas -o no-  a organizaciones armadas y civiles no resultó suficiente cuando el principal objetivo era reconfigurar una sociedad en los valores “tradicionales, occidentales y cristianos”. La reorganización, entonces, implicaba también un nuevo sistema de valores y creencias donde, mientras las prácticas individuales eran deseables, las lógicas de solidaridad comunitaria eran amenazantes. El estado de sitio fue una de las principales herramientas que, a través del miedo, garantizaba este nuevo orden de las cosas. 

En un contexto donde el control de los cuerpos a través de la represión era la norma, la disidencia se manifiesta simplemente poniéndolo. Desde el 30 de abril de 1977, las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo hicieron del caminar en círculos en una plaza un acto revolucionario. Con la vuelta de la democracia, la primera marcha en conmemoración del Golpe se hizo el 24 de marzo de 1986, y en 2002, el Congreso de la Nación dictaba la ley 25.633 que hace de la fecha el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. El encuentro cuerpo a cuerpo en Plaza de Mayo funciona, desde entonces, como un acto de resistencia y memoria. Este año, sin embargo, la memoria pasa por otro lado. 

No es novedad el avance acelerado de la pandemia del nuevo Coronavirus (COVID-19) hacia nuestro continente. Las consecuencias en Europa y las imágenes que proyectan los medios nacionales e internacionales son casi una ficción de la que ningune creyó ser partícipe alguna vez. Ante una inminente saturación del sistema de salud, las medidas de prevención extrema parecen ser la mejor vía de intervención. Por eso, la noche del jueves 19 de marzo, el presidente Alberto Fernández habló en conferencia de prensa para anunciar la publicación de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que establece un período de aislamiento social obligatorio hasta el 31 de marzo inclusive. La tónica paternal del discurso de Alberto no solo intentó transmitir tranquilidad, sino también un llamado a la acción a la población en general. En esta, no hay grieta. 

Una vez que se detallaron las medidas de seguridad y abastecimiento, el Presidente dijo “Hemos tenido la suerte de que la pandemia haya llegado más tarde, pero nada tiene sentido si los argentinos y argentinas no hacen su parte. (…) Esta vez colaborar es exigirle al vecino que se quede guardado en su casa. Si nos quedamos en casa nos preservamos todos. Si nos preservamos todos el contagio será menor. Y si el contagio es menor vamos a sufrir mucho menos como sociedad.” La responsabilidad social pasa por quedarse en casa y la forma de colaborar es exigiéndole a les otres a que hagan lo mismo. Este martes, entonces, no hay encuentro en Plaza de Mayo.

Pensar en la memoria desde el encierro no es tarea fácil. La historia demuestra que la toma del espacio público y la reunión de los cuerpos son el motor del reclamo por Memoria, Verdad y Justicia. Resulta irónico pensar que la solidaridad comunitaria en este momento radica en la preservación de les individues en sus casas. La presencia de los cuerpos en la calle como lo que alguna vez fue símbolo de lucha, hoy resulta una amenaza de la que es necesario tomar consciencia. 

Quizás es momento de reflexionar acerca de las formas en las que les argentines de esta generación ejercemos el activismo y, en este caso, la memoria. Este 24 de marzo, por primera vez, el mundo virtual va a reemplazar el abrazo cuerpo a cuerpo. Desde las cuentas oficiales de redes sociales de Madres, Abuelas, Hijos, Familiares y demás organizaciones y referentes del movimiento de derechos humanos se difundió una campaña que propone sumarse a un pañuelazo blanco y difundir el registro con el hashtag #PañuelosConMemoria. “No podemos marchar, pero la memoria sigue intacta” dice el texto que acompaña el video donde se ve a mujeres, hombres y niñes haciendo sus propios pañuelos con servilletas y elementos que se pueden encontrar, justamente, en una casa. Pero eso no es todo, el discurso emblemático que se lee desde Plaza de Mayo al final de la Marcha sucederá por streaming y televisión a las 19:30 horas aproximadamente. 

Es tiempo de colgar cuanto pañuelo blanco podamos y aprovechar nuestros espacios virtuales donde nuestra voz resuena para charlar, debatir, pensar y abrazarnos a la distancia. Ocupar nuestro lugar en la cadena de construcción de una memoria latente es primordial para permitir su continuidad y, como hijes de lo digital, hoy nos toca foguear nuestras herramientas más que nunca. “Encontrar la verdad después de tantos años de búsqueda es libertad” dicen las Abuelas y en ese sentido debemos continuar esa llama de construcción común, aún desde casa.

Los feminismos tienen un pie en la calle y otro en lo digital. Las redes han sido el caldo de cultivo para el alcance y llegada a todos los rincones del país de las premisas feministas que están internalizadas en todas nuestras producciones y son clave para pensar la “memoria desde casa” este 24 de marzo. Pudimos crear una concordancia entre lo que sucede en las calles y el mundo de Internet y esta es una buena oportunidad para salvar la distancia física y nuestra ausencia en la calle.

La crisis económica en nuestro país antecede la llegada de la pandemia. Pensar desde una perspectiva de promoción de derechos humanos es urgente en este presente. Para controlar que se cumpla el aislamiento social, preventivo y obligatorio se dispusieron las fuerzas de seguridad federales y provinciales. Según la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) han llegado informes de “detenciones de personas que estaban realizando actividades permitidas, como compras, pero fueron detenidas por haber discutido con los policías, y de trabajadores sin las correspondientes constancias para poder circular, porque están precarizades, pero no pueden prescindir de su salario diario.” Asimismo, se habla de “hostigamiento y maltratos” a adolescentes de barrios populares. 

Hoy a los feminismos nos toca repensar nuestras estrategias para, aún desde nuestras casas, seguir exigiendo un país con justicia social. Un grito sigue más presente que nunca: Memoria, Verdad y Justicia por los 30.000. Ahora y siempre. 

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