El guardapolvo azul con corbata

beba posteo (1)

Por Sasha Bruni 
Ilustración: @ladurito

En el Día de la Visibilidad Lésbica reflexionamos sobre el despertar de la identidad lésbica desde temprana edad. 

Hay una vivencia que repaso bastante seguido conmigo misma. A veces se la cuento a mis amigues cuando se habla de los diferentes estadíos por los que pasa une comprendiéndose a sí misme, y a veces también lo hablo con mi familia, pero en ese espacio existen otros juegos, hablamos de cómo me vieron en mi infancia , o cómo fui en ese momento, o revivo otros recuerdos que me permiten ubicarme mejor en todo esto que voy a decir. En fin. Me parece muy interesante la posibilidad de decir algo con las implicancias correspondientes, porque pienso desde siempre que las constantes de equilibrio que subyacen en cada une todo el tiempo son: redescubrir y reaprender.

Cuando tenía cuatro años, siempre entraba en el cuarto de una de mis tías porque tenía un montón de revistas (Gente, Cosmopolitan, VOGUE, etc.), las miraba un ratito antes de que llegara porque me encantaban los colores, las letras grandes, el olor de las hojas, y que siempre estuvieran llenas de fotos; particularmente la situación foto era algo que me fascinaba porque la cotidianeidad no estaba llena de nada parecido a lo que aparecía ahí, eran un mundo aparte. Las miré tanto y con tanta atención que aprendí a leer en ese cuarto mientras mi mamá se bañaba. Ni siquiera imagino qué es lo que habré leído específicamente, pero ella dice que me escuchó decir cualquier cosa por un buen rato hasta que algo con sentido por fin salió. 

Aprender a leer me pareció increíble, era una cosa bastante particular el aprender de tan chica. En el jardín, les que leíamos desde la salita azul éramos tres amigos que nos enseñábamos entre nosotros y siempre nos hacían leer para el resto de les compañerites o en algún que otro acto. 

Por ese tiempo, en mi casa había existido espacio para una revuelta bastante importante porque no quería usar guardapolvo rosa, me sentía muy incómoda. Me acuerdo de mis abuelos y mi mamá llevándome a comprar un guardapolvo nuevo al local de ropa escolar del pueblo, y no lo podía creer: era azul y lo más increíble para mi yo de ese momento es que tenía corbata. Asumo que el azul fue el color favorito de muchas disidencias en su niñez. Realmente no podía creer lo increíble que fue ese momento, me lo puse adentro de la camioneta de mi abuelo ni bien nos fuimos. Nunca le pregunté a mi mamá si algo de eso le había llamado la atención.

En el devenir del tiempo, a medida que voy acordándome de alguna u otra cosa, la voy encastrando en una línea de tiempo que obvio es mental y estructuralmente mía, todo lo que me acuerdo está encadenado a cosas más que nada sensoriales, que tienen que ver con la ropa, los olores, los espacios, las fotos, los sentimientos, etc. 

En aquel momento, las maestras llamaban a niñes de todas las salitas porque si había algúnactos, de antemano se tenía que ensayar. Generalmente llamaban a dos nenes por aula (obvio que les que iban decían que sí), y les demas hacíamos una filita afuera e íbamos a practicar a otro espacio con el resto de los nenites de otras salitas que también participaban; nos presentaban a todos, y empezaban a organizarnos para ver quién iba después de quién. 

Ese día hice todo mal, leí mal y con nervios, terminé todo lo que me tocaba leer obvio, pero leí horrible y me descubrí débil, me daba vergüenza porque había una persona que me parecía muy particular, y que estaba esperando su turno como el resto de mis compañerites. No la había visto antes, no sabía quién era. Desconocía que las personas pudiesen gustarse, mi familia no era el tipo de familia que cargoseara con cositas del tipo: “¿te gusta tal o cual”?. Así que lo único por lo que pensaba que podía sentir gusto era por algo que pudiera comerse. Pero en ese momento sentí la necesidad de, como un loro y a cada rato, expresarle a mi mamá que esa nena era muy linda. “MAMÁ, MAMÁ, ES MUY LINDA, MAMÁ, MAMÁ, MIRÁ, ES MUY LINDA”.

No tardé mucho en comprender lo que era gustar de alguien porque de pronto empecé a escuchar a todo mi entorno de compañerites hablar de alguna persona en particular, aprendí mucho de escucharles, definitivamente me gustaba. Desde que noté la presencia de aquella compañerita, tuvimos un año de recreos para jugar o compartir cosas que hacen les niñes en el jardín. Cuando coincidíamos en la entrada del jardín, ya de espaldas me daba cuenta de que era ella porque antes de entrar su mamá le ataba el pelo y esperaban hasta lo último para entrar. Los días que llovía, y quizás éramos poquitos, nos íbamos todas las salitas a la sala de música y siempre terminábamos jugando algún juego juntas. Sólo éramos compañeritas, pero estábamos juntas. Cuando ya se hacía la hora de volver cada une a su aula, me saludaba y me daba un abrazo y para mí no existía cosa más preciosa que el suceso de ese momento. A mi mamá también le parecía linda, entonces siempre que decía algo o saludaba a su mamá, terminaba comentándome algo sobre el pelo o los ojos, y yo simplemente la escuchaba, estaba calma. Pero era raro, porque aunque no tuve dudas de nada, elegí guardarme para mí lo que me generaba porque entendí algo que quizás pude explicar de más grande, pero en principio podría haberlo entendido como un secreto. Me gustó durante muchos años. Iba a una salita superior a la mía, así que evidentemente también sufrí una especie de desprendimiento del que tampoco elegí hablar. 

Cada tanto volvía a mi mama para decirle algo al respecto, que era linda, cómo se llamaba aunque ya lo supiera, y mi mama sin drama me contestaba… Ya cuando llegué a primer grado la encontré de nuevo, pero tampoco dije nada. En esta instancia compartimos algunas cosas más, como clases de gimnasia, actos, viajes, recreos, etc. Hablábamos y teníamos amigues en común, y cada tanto nos reíamos y yo me nublaba porque seguía sin poder creer que fuera tan inmenso lo que sucedía. Nunca intenté expresar algo porque también estaba en una fase de entendimiento propio en el cual no tenía muchos espacios de apertura y las definiciones eran un absoluto muy difícil. Mi familia fue hiper conservadora siempre, recién en estos últimos 15 años se destrabaron un poco los engranajes del entendimiento respecto de las disidencias. Ahora mi familia es muy disidente de hecho, pero todes tuvimos el mismo accionar respecto de lo que aconteciera en el sentimiento: hacíamos silencio. 

Entiendo ese momento como la primera marcación fehaciente de mi personalidad actual, es muy difícil la familia conservadora y el embate de un pueblo. Nunca pude decir algo porque uno en el interior sabe lo que puede -o no- hacer en los espacios que habita, y no se podía decir mucho. Pensar mucho mi personalidad me regaló una especie de historicidad que tomé como sostén para no soltar lo que realmente me era natural.  

Hay un montón de formas de adaptación que trae la disidencia, un montón de formas de protección que de alguna forma terminan atentando contra quién somos realmente, y quizás esto pueda catalogar como una vivencia hiper rosa o vainilla, pero fue la catapulta a entender el gusto, así como el guardapolvo fue un reconocimiento a los espacios evidentes donde sentía comodidad y soltura. La norma en la disidencia reside en el desacuerdo, en la pregunta, en el espacio para ejecutarla. Se entiende el saberse en silencio cuando el exterior social sostiene mucho las garantías de la expresión heterosexual, el desarrollo de cualquier disidencia está siempre en estado de confronte con la norma y, en muchos casos, la familia siendo activa o pasiva dentro de esa confrontación, termina diseminando una infinidad de inseguridades y miedos. Ya la niñez como ente discursivo propiamente dicho, es muy delicado; la identidad sexual como conflicto en la infancia supone quizás un espacio muchísimo más angosto.

Cuando se habla de la construcción de valores, la familia como institución es un punto referente y un espacio de aprendizaje muy grande. Buscamos tanto ejemplos como validez para eso que estamos tratando de formar de nosotres, es el primer espacio donde buscamos resguardo, por eso es muy importante tanto para personas adultas y jóvenes, estar inmersas en un constante proceso personal de reajuste que no incida sobre los procesos personales de les pares, es importante cambiar las formas de juicio por formas de acompañamiento para cambiar un poco el guión que tenemos respecto del género y la sexualidad. 

El día de la visibilidad lésbica tiene como principio fundamental la lucha por la igualdad y la visibilidad del colectivo, con la finalidad de lograr la construcción de sociedades más inclusivas, la promoción de derechos y la protección de los mismos sin discriminación. Todas las identidades y orientaciones están protegidas por los derechos de libertad, igualdad y dignidad humana reconocidos en los derechos humanos, como así también en la legislación y tratados internacionales. Resta mucho trabajo social y de políticas públicas para actuar en consecuencia de la discriminación que sigue prevaleciendo en la mayor parte de los sectores que inundan la vida cotidiana. Ninguna creencia, religiosa o moral, debería justificar que permanezcamos tanto tiempo en silencio.

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