El universo de Faraonika: entre la superficialidad y la ironía

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Por Estefanía Zangaro
Fotografía por Agostina Almada

El transformismo pop busca incomodar, y eso busca Sara Belazaras con su primer álbum, Farsanta, que presentará el próximo 11 de abril en el Teatro Xirgú. En una charla íntima con Beba, la artista habla sobre las imposiciones sociales capitalistas, los íconos mediáticos y lo que la inspira día a día.

Un taco afilado de cristal se acerca con paso firme, pisando el concreto de la ciudad de Buenos Aires. Una rubia obnubilada por frases incomprensibles intenta encontrar su camino en la gran ciudad, hasta que finalmente despierta de un sueño. Sin dudas la primera imagen que une siente cuando escucha el álbum Farsanta es un freakeo de energía absorbente difícil de comprender, una encarnación de la imagen desfigurada de una diva que por momentos parece perderse en la obsesión y la exageración de su propia persona. En los brotes de la escena argentina emerge un disco de transformismo-pop repleto de referencias complejas donde se materializa una exploración entre la superficialidad y el sarcasmo.

Al igual que muches de les artistas que comprenden la escena porteña, Sara Belazaras, mejor conocida como Faraonika, dejó su ciudad natal cuando decidió dedicarse a la música: llegó desde La Plata hasta Capital Federal para dar un giro a su proyecto. Desde practicar producción con tutoriales de YouTube hasta profundizar musicalmente junto a la escritora, cantante y compositora Violeta Castillo: Sara nos cuenta su camino de autodescubrimiento que realizó junto a profesores de teoría musical, composición, y cómo aprendió a producir con la computadora usando Logic Pro, un software de edición de audio.

Durante toda una tarde, nos sumergimos en el universo Faraonika para desentrañar esta narrativa compleja que oscila entre las críticas que recibe el personaje creado por Sara y su infinita obsesión por pertenecer a ese mundo, y que cobró vida con el disco Farsanta, producido por Coghlan.

¿Cómo fue la decisión de venir de La Plata hasta Capital Federal?

Mi proyecto inició allá en La Plata: ahí fue donde di mis primeros shows, aunque ya venía a Capital a tocar. En un momento me di cuenta de que si quería desarrollarme y explorar realmente la música en Argentina, tenía que estar necesariamente activa en Buenos Aires. Era lo que tenía que hacer para dedicarme a esto.

Pasé por muchos profesores, pero me di cuenta de que con la música, al igual que en otras carreras, el camino es un poco eterno. Siempre que une sea curiose va a existir la picazón y el impulso de seguir aprendiendo. Con el pasar de los años aprendí un montón de cosas y me siento mejor que antes pero sigo con ganas de seguir estudiando.

¿Cómo fue la experiencia de producir en conjunto para este proyecto? ¿Qué ventajas y desventajas encontraste en el camino?

Siempre que exista química entre el productor y el compositor, es mucho más probable que el proyecto avance y sea más fácil. Ante tantas decisiones que tienen que tomarse, como artista, una es propensa a ahogarse. Sin embargo, trabajar en equipo es mucho más fácil cuando estás en la misma sintonía y te entendés. Es como hacer un trabajo práctico con un compañero. Con Coghlan tenemos los mismos códigos, el mismo humor, las mismas referencias. Hacer el álbum con él fue fue clave y desde el inicio fluyó muy bien.

Hay una referencia en particular que cada tanto volvés a mencionar, que es la de Anto Pane. Me interesa indagar en estos personajes femeninos de Internet que impactan y generan controversia. ¿Tuvo Farsanta un objetivo similar? ¿Sentís que hay otros personajes que te identifiquen así?

En realidad, a mí, Sara, no sé si me identifica. Yo creo que somos muy distintas. Sin embargo a Faraonika, que para mí es un alter ego, sí la identifica un montón.

Hace muy poco me di cuenta de que Faraonika tiene los rasgos que a mí en mi vida personal me gustaría tener súper liberados. Me encantaría ser una cara rota, o decir cualquier cosa y que no me importe. Quizás esas sean las cosas que Farsanta y Anto Pane podrían llegar a compartir en este hermoso mundo de fantasía. Me gusta tomar el arquetipo de persona mediática, escandalosa, icónica. Al final queda en una historia virtual de Argentina que con el pasar del tiempo va a seguir repercutiendo en algún punto.

Tomás muchas referencias estéticas del mundo Ballroom. ¿Qué relación tenés con él? ¿Cómo creés que influyó en la conceptualización de Farsanta?

Antes de arrancar el disco ya estaba sumergida en el mundo del voguing, mientras estudiaba con Tian Aviardi. Creo que parte de una necesidad corporal al elegir ciertas cosas para bailar y subir el humor, y también desde la búsqueda creativa con personajes que a mi me gustan mucho. Por eso también desde lo estético hay muchos elementos Drag, aunque musicalmente tampoco pretendía hacer un Summer Renaissance. Es más una búsqueda a nivel personaje que fui atravesando. Hay un montón de personajas (sic) de las que hago referencias como Amanda Lepore, Lyn May, o bueno, obviamente, Bárbara Bianca LaVogue.

Sin dudas el disco es muy diverso y toma muchas referencias complejas. ¿Cuál creés que fue un salvavidas creativo?

En lo que fue el recorrido del disco me apoyé mucho en los consejos que me dio Violeta Castillo, mi profesora de Letras. Uno de ellos fue no buscar la inspiración por medio de las relaciones humanas directas para escribir. En las parejas, en las amistades, uno inconscientemente busca una inspiración que lleva directamente a lo caótico. Teniendo eso en cuenta, recurrí mucho a las películas, a ciertos libros, o incluso a historias ajenas para componer mis canciones. Supe encontrar inspiración desde lugares que no fueron directos para cuidarme. Siento que eso fue un gran salvavidas y me ahorró bastantes problemas. De hecho en Asociémonos voy un poco a ese lugar cuando digo “no busco pleitos ya para escribir poemas”.

Farsanta tiene una forma muy particular de mirarse al espejo. ¿Qué busca contar Farsanta con esa mirada tan exagerada y obsesiva?

Hay muchas cosas que atraviesan Farsanta y lo más evidente es lo de las cirugías estéticas. Un poco la idea fue burlarme de mí misma refiriendo a la obsesión que tengo con eso. Si bien no soy una persona que esté operada o que tenga un rasgo marcado que se note, la obsesión dentro de mí desde muy chica está y el objetivo fue burlarme de algo que me avergüenza. También ponerlo en un plano de discusión, ¿no? Lo grotesco que es este mercado, sobre todo en el musical. Te tenés que alterar de pies a cabeza para que te den pelota. Es agresivo y ridículo a la vez. Tiene que ver con cómo nosotros todo el tiempo nos buscamos disfraces para adaptarnos y sobrevivir en este mundo. Una se va armando de herramientas para pertenecer y no sentirse rechazada. Quise jugar con lo engañosa que puede ser la apariencia y en cómo una se camaleoniza con su entorno, con el objetivo de pasar desapercibido o para llamar la atención. Definitivamente nos vendemos de cierta forma y es a partir de eso que yo busco posicionarme. Incluso la persona que no está obsesionada con su apariencia se vende, engaña y se camufla. Todos tenemos esa forma inconsciente de movernos en el mundo. En el disco entero trato de llevarlo a algo muy extremo, que serían estas ganas de pertenecer al máximo, al nivel de modificarse físicamente. Es la forma más explícita de ese querer pertenecer.

Me da la sensación justamente de que en Asociémonos y en Don, por ejemplo, son unas de las pocas veces en que el personaje pareciera mostrarse un poco más vulnerable.

Definitivamente es así. Una de las cosas que intenté hacer a lo largo del disco es mostrar a Farsanta como una persona que es tomada por un personaje. Por eso en la portada del disco están las demonias, referenciando a un pensamiento capitalista diciéndole qué hacer. En esa oscilación pasa que en algunas canciones están más predominantes las Farsantas, y en otros más Sara. Quise jugar un poco con eso, también para no mostrar siempre un lado empoderado. Mostrar los lados débiles o románticos de este personaje me parecía muy interesante.

Hablando un poco de los disfraces, este es un momento particular para la cultura, y cada vez hay más manifestaciones de disconformidad a nivel político desde estos espacios. ¿Creés que les artistas tienen una responsabilidad con su público en este sentido?

Siento que una responsabilidad, como tal, no. Como artistas, no creo que la tengamos. Sin embargo es un capital que tenemos que explotar y aprovechar dado que mucha gente nos toma en serio. Además, siento que puede ser parte de un juego. Lo pienso hasta comparado con Gran Hermano. Me da la sensación de que antes si un músico hablaba mucho de política era como “Uy, qué denso”. Ahora si no te posicionás, sos un tibio y te vas a placa. En este contexto la gente compra a la persona. Hoy el capital humano, los valores y la moral que uno tiene como artista, son lo que más vale. Todas esas cosas hacen más rico a un proyecto.

Y quedás mucho más expueste al no dar respuesta o al tratar de salirte de la conversación.

Sí, totalmente. A lo que voy es que aunque la política no te interese, lo que la gente quiere escuchar es que seas honesto al respecto. Quedarte callado no es una opción. El hecho de que no digas nada da un poco de impotencia. Siento que ahora está bueno estar atento a cómo reacciona la gente, no por querer ser algo que caiga bien, sino con el objetivo de mostrarnos auténticos.

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