En busca de la amistad sincera

PORTADA

Por Camila Ruiz
Ilustraciones por Camil Camarero

En el mes de la amistad reflexionamos sobre la presión de tener que tener un grupo de amigues y qué es lo que buscamos al necesitarlo.

El entrevistador le pregunta a María Becerra: “¿Vos quién sos en tu grupo de amigas? ¿La borracha, la calmada o la que dice vamos a alocarnos?” Ella, entre risas, le responde que no tiene amigas. El recorte se vuelve viral y en otra entrevista cuenta que la gente llegó a sentir lástima al escuchar eso, pero que para ella era normal, que su mejor amiga es su hermana y que en los espacios que habitó durante la adolescencia, siempre sufrió bullying. El silencio no le molesta. Y a decir verdad, a mí tampoco. Es más, me ayuda a confesar que hubo largos períodos de mi vida en los que estuve sola, sin amigas, ni mucho menos un grupo.

Mi paso por el secundario fue solitario. La mayor alianza que tuve, fue con mi compañero de banco que después resultó ser mi mejor amigo. No voy a mentir, tuve otras amistades muy significativas durante la adolescencia, pero en cuanto a todo lo que refiere al grupo de amigas, simplemente nunca encajé. Era un pichoncito borracho de gustos diferentes que igual moría de ganas de pertenecer.

Cuando terminé de cursar el secundario estuve sola por completo, ese casi grupo de amigas “que tenía” o por haber ido siempre al mismo jardín, colegio y curso, me había aislado por completo. Mi ausencia no resonó ni un poco, era natural e inminente. Veía grupos de amigues hablando en inglés en mis series preferidas y yo, Susanita de las amistades, pensaba: “¿Por qué yo no puedo tener algo así? ¿Por qué yo no encajo?”.

La realidad era que mis habilidades sociales eran casi nulas, no podía mantener amistades porque sufría de muchísima ansiedad social y baja autoestima que derivaban en irme a dormir y cuestionarme por qué alguien querría ser mi amigue si soy un garrón. El nivel de víctima me estalla. Porque después de un tiempo, finalmente logré mi cometido: un grupo de amigas.
Esa sensación de pertenencia, de sentir que encajaba, era hermoso. Pero casi como una muerte anunciada, el grupo se disolvió. Caí en la misma dinámica de siempre y me aislé. Volví a sentir esa presión, como una sombra fantasma, el Shutter de la presión social.

Beyoncé contó que después de la separación con Destiny’s Child se encontró sentada en su habitación preguntándose quién era y quiénes eran sus amigues. La disolución de un grupo de pertenencia social puede ser muy brusca y dolorosa, o simplemente se pueden ir en fade. Y sin darte cuenta, eso que antes estaba todo los días, ahora es sólo un grupo de WhatsApp sin signos de vida. Puede parecer tonto, pero siento que la representatividad es muy importante, saber que estar sole es normal a une le calma en la desesperación de querer cubrir ese hueco que pudo haber dejado un grupo. Y de pronto, las preguntas invaden: ¿Por qué queremos pertenecer? ¿Por qué buscamos tanto la validación de un grupo de personas? ¿De dónde salió ese ideal?

Si vemos el historial de crianza televisiva, podemos encontrar que hasta los bebés tienen grupos de amigues. Y es que hay algo lindo y romántico en ellos, en ese nos cuidamos entre nosotres, en tener una red de contención ante cualquier cosa, la seguridad que nos puede dar cumplir un rol como el que le preguntaban a María Becerra, que nos puede brindar hasta un propósito.

La lista puede seguir, y como todo lo que existe teniendo una lista de pros también existen con sus contras. Puedo decir que vi pasar por mis costados grupos de amigues sectarios y conflictivos, y otros más sinceros y divertidos. Pero la realidad es que ninguno me funcionó. Formo parte del gremio de los solitarios. No digo que soy un ermitaño, porque tengo mis amigues y disfruto de verles, solo que necesito unos días de poca sociabilidad después de encontrarnos. Y está bien.

Clarice Lispector escribe en su cuento “Una amistad sincera” sobre dos amigos que se encuentran, se mudan juntos y después de un tiempo, ya no se soportan y lo único que los termina uniendo es que la amistad sea eso, el ser sinceros el une con el otre. Y volviendo a María B., ella dice que tiene decenas de primes, y quizás que su mejor amistad sea la de su hermana no significa que sea menos valiosa que cualquier otra. En sus amistades previas sintió poca sinceridad, y no es que no intentó que eso no pase, sino que simplemente no funcionó. Y aceptarlo y estar bien con eso, está bien. Al fin y al cabo supongo que lo que más importa es eso: la amistad sincera. Así sea solo con una misma.

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