La cobertura del último Encuentro Feminista, desde una doble trinchera

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Por Florencia Tróccoli, Mariana Sidoti y Candela Giustozzi 

Frente a una ciudad presa del miedo y la perspectiva de que el Encuentro 2019 quedara signado únicamente por la represión, dos periodistas y una técnica en comunicación digital asumieron el desafío de contar el último megaevento presencial del feminismo. Cómo fueron sus estrategias para negociar con la dirección y lograr una cobertura con anclaje pluralista, diversa y local. 

Después de 34 años de presencialidad, el Encuentro Feminista (ahora llamado Plurinacional) se da este 2020 bajo una modalidad virtual. Por primera vez en la historia, la ciudad sede no debatirá la llegada de las “hordas feministas” ni pedirá que protejan el patrimonio ni exigirá presencia policial en la iglesia central. Pero esa no era la situación en septiembre del año pasado. Para esa época en La Plata, las calles y las redes ya discutían la llegada de miles de mujeres cis, lesbianas, bisexuales, trans, travestis y personas no binarias, especulando sobre lo que pasaría. 

Nosotras, trabajadoras de prensa de 0221.com.ar, un diario nativo digital, privado, generalista y para ese entonces con un año y medio de presencia online, no queríamos quedarnos afuera. Era un desafío pensar una cobertura acorde al evento feminista más importante de los últimos tiempos en una redacción integrada por 16 varones y solo tres de nosotras. No nos decidíamos entre proponer un tratamiento completo sobre el Encuentro o, directamente, dedicarnos a disfrutarlo. Acordamos ponernos el abordaje al hombro y presentamos un proyecto para convencer a la dirección de que aceptara la propuesta, seguras de que había un espacio que copar y una ganancia segura en términos de audiencia.

Nuestras condiciones fueron taxativas: debíamos nombrar al Encuentro como lo que era, un espacio amplio, diverso y plurinacional. No solo de mujeres cis. También debíamos escaparle al sensacionalismo y la criminalización de les participantes, y destacar la oportunidad que representaba para el comercio, el sector hotelero y cultural. Por otra parte, los contenidos tenían que ocupar espacios de jerarquía como la portada, bloques especiales y alertas de Google. En el proyecto definimos al evento como un hito político en la historia de los feminismos, a un año del debate por la legalización del aborto y a dos semanas de las elecciones presidenciales. La capital bonaerense esperaba más de 150.000 personas y, como medio, queríamos garantizar que todas supieran el lugar de cada taller, el recorrido de cada marcha. Otro objetivo era preparar a la ciudad y ser referencia para colegas nacionales e internacionales: teníamos la oportunidad como medio masivo de cambiar la mirada de lo que históricamente salvo excepciones había construido la prensa hegemónica sobre el Encuentro. Ningún otro medio en la ciudad estaba previendo con tanta anticipación el evento como nosotras. Y el proyecto que presentamos fue tan exhaustivo que el jefe de redacción lo aceptó prácticamente sin reparos. 

Las dos redactoras, que desde nuestro espacio ya veníamos dando el debate sobre la perspectiva de género en nuestro lugar de trabajo, nos ubicamos como coordinadoras. A lo largo de los meses, también tejimos redes con la Colectiva de Trabajadoras de Prensa de La Plata, Berisso y Ensenada, junto a otras compañeras de medios públicos, privados y comunitarios. Y nos nutrimos de su fuerza y experiencia para encarar la nuestra. Meramente por una cuestión de caracteres, definimos titularlo “Encuentro Feminista”, una decisión editorial que terminó replicándose en varios medios de alcance nacional. 

A medida que iba acercándose la fecha, tuvimos que definir criterios de trabajo y producción. Sin dejar de hacer agenda diaria que nos limitó bastante a la hora de diseñar contenidos para esa fecha planteamos una lista de 36 notas, que al final del Encuentro terminaron siendo más de 50, entre la previa y el evento. Y por más que cada una escribió las suyas, todas quedaron firmadas con ambos nombres. Para unificar criterios, creamos un pequeño manual de estilo, con el objetivo de que nuestros compañeros tuvieran en cuenta formas de titular, redactar y difundir las noticias con hashtags mientras nosotras realizábamos la cobertura en la calle. La previa de las producciones fue acompañada por una fuerte difusión en las redes sociales y, una semana antes, se publicaron los puntos de referencia más importantes y la disponibilidad de transporte en la ciudad: todo estaba orientando a los servicios durante esos tres días y enlazado a las distintas notas que iban saliendo.

El contenido que diseñamos estuvo íntegramente ligado a nuestro objetivo político: hablamos con el intendente de Trelew, como antecedente de lo que había sido el último Encuentro; consultamos a nuestro mandatario, a los concejales de la ciudad, y a los y las candidatas a intendente. También encaramos la tarea de nuclear, en una sola nota, todos los emprendimientos con enclave feminista locales y de otras ciudades que vendrían a La Plata para potenciar la oportunidad de cada uno de ellos. Entrevistamos a participantes del Encuentro de 2001, el último que había tenido a la ciudad como sede, e incluso dimos el debate a puertas abiertas sobre por qué el evento debía dejar de llamarse “Encuentro de Mujeres” para poder conceptualizarlo como diverso, disidente y plurinacional. Fuimos contando cómo se organizaron escuelas, clubes y facultades para recibir a les miles de participantes, como así también todo lo que ofrecerían el Estado municipal y provincial para facilitar la estadía. Además, armamos un listado detallado y con la ubicación exacta de todos los talleres (oficiales y no oficiales) del Encuentro en un mapa interactivo, sumado a una lista de puntos seguros y la App de Autocuidado diseñada por la Campaña Somos Plurinacional

Fueron tres días signados por un nomadismo extremo: hicimos base en la casa de una de nosotras y en la redacción mientras nos movíamos por toda la ciudad con nuestros recursos, ya sea autos particulares, a pie o en remis. Por acuerdo previo, cada una asistió a los talleres según su interés, lo que nos permitió disfrutar de la experiencia troncal del Encuentro, y a su vez mostrarla desde adentro. El aborto, la violencia de género y los femicidios, las demandas de la población trans/travesti, las disputas gremiales y políticas, la diverisidad sexual, la maternidad, el deporte y la ciberseguridad fueron algunos de los temas en los que hicimos foco durante la cobertura in situ

Mientras las redactoras entrevistábamos a les asistentes y relevábamos lo que iba pasando en tiempo real, con historias de quienes llegaban por primera o por incontable vez, nuestra compañera de redes sociales estaba atenta al celular no solo para difundir cada uno de nuestros trabajos, sino también para responder las consultas de les participantes sobre talleres, recorrido de las marchas y ubicaciones clave. Durante esos tres días, 0221.com.ar tuvo un logo específico, diseñado en clave plurinacional y disidente, además de un filtro en Instagram con las mismas características. Apelamos a todos los recursos que teníamos a disposición, entre ellos la fotografía (incluido un drone) y recursos multimedia; y ese material sirvió no solamente para encarar la cobertura en vivo, sino que, además, quedó como referencia para todas aquellas personas que quieran saber de qué se trata un evento como este, incluidos otros medios de cualquier lugar del mundo que quieran dar cuenta de la más extraordinaria experiencia feminista argentina. 

Pese a que estuvimos pendientes de que los compañeros mantuvieran nuestra perspectiva, hubo cosas que escaparon a nuestro control. Se jerarquizaron más los contenidos relacionados a servicios que los que se centraban en la vivencia plena de la cumbre feminista. La represión tras el desdoblamiento de la marcha fue la publicación con más lecturas, aunque fue abordada desde otro punto de vista y quedó como uno de tantos episodios en el evento: logramos tratarlo de una manera integral, evitando que fuera noticiable solo desde el hecho “policial”. Encontramos una comunidad receptiva al material, que alcanzó un piso mínimo de 1.000 lecturas y un máximo de 26.000, todo un número para un nuevo medio de comunicación local. 

La experiencia después de casi 72 horas ininterrumpidas de trabajo donde parábamos solo para comer y dormir un rato fortaleció aún más nuestros lazos como compañeras y nuestra organización feminista dentro de la redacción. Ningún otro medio generalista se había dado nunca el tiempo y el espacio para cubrir de esta manera un Encuentro. Por eso, a un año de ese hito, decidimos reivindicar esta fugaz pero prolífica producción, que nos valió muchísimo esfuerzo pero también una inmensa alegría militante y profesional. Esperamos que nuestra experiencia sea el puntapié inicial para más y mejores coberturas de eventos e historias feministas, que nos alíen entre nosotras en un ambiente dominado, como tantos otros, por varones cis heterosexuales. Que logre impulsar o reforzar el deseo de todas aquellas colegas que diariamente se enfrentan al desafío de habitar redacciones en desigualdad de condiciones. Y que, además, garantice el derecho humano de nuestres vecines de informarse de las más múltiples y variadas maneras, no siempre de la misma. Vinimos para cambiarlo todo, y recién estamos empezando. 

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