Por Cinthia Giselle Dalma
FotografĂa: Jose Luis Ortega (@ortegajl)
Una reflexiĂłn en primera persona sobre la experiencia de pensar y sentir en conjunto.
ÂŤÂżQuiĂŠn nos nombra? ÂżQuiĂŠn se da cuenta primero de que somos gordes?Âť
El sĂĄbado 27 de noviembre de 2021 fue el primer Encuentro Plurinacional de Gordes en Argentina. Nos juntamos al aire libre, en el Espacio Quinta SerĂŠ en ItuzaingĂł, partido de MorĂłn, provincia de Buenos Aires. Un espacio que supo funcionar como centro de detenciĂłn, tortura y exterminio.
No existen las casualidades, o al menos no para mĂ que fui a todos y cada uno de los Encuentros Gordes que vienen sucediendo desde 2017. Nos encontramos en un espacio de memoria, porque si hay algo que el colectivo de gordes activistas de Argentina tiene en cuenta en el camino recorrido hasta hoy, es que es justamente la historia la que nos permite entender y darnos cuenta de que nuestra existencia debe ser sin violencia.
Lo sentĂ en todo mi cuerpo durante toda la jornada, pero lo sentĂ desde el momento en el cual me encontrĂŠ con otres gordes con les que compartimos la necesidad de unir fuerzas para poder afrontar todo eso que se nos niega. Algunas de las vivencias del pasado y del presente todavĂa duelen, tal vez este primer paso en colectivo es para compartir ese dolor y abrazar nuestras existencias.

Si hay algo que me llamĂł poderosamente la atenciĂłn es que en la comisiĂłn donde participĂŠ, no hubo intervenciones hablando del amor propio y de la aceptaciĂłn como una reparaciĂłn hacia la miseria donde se nos arroja a quienes somos gordes. Tampoco hubo comentarios acerca de la moda, de la ropa o de la belleza. La preocupaciĂłn era mĂĄs primitiva, se trataba de gritos desesperados para que nuestras vidas sean mĂĄs vivibles, poder sobrevivir en un mundo que quiere desaparecer nuestra gordura a cualquier costo.
Y para quienes todavĂa dudan o piensan que el odio a nuestro cuerpo se va a traducir en vergĂźenza: ya sabemos. La naturalizaciĂłn de la violencia asusta, incluso cuando vivĂs la gordura de forma colectiva, siempre hay una experiencia que te saca de eje, algo asĂ como esa respiraciĂłn profunda despuĂŠs de haber estado con la cabeza debajo del agua mucho tiempo.

Esa experiencia fue escuchar a madres gordas no queriendo que sus hijes vivan la misma violencia que atravesaron ellas. Y eses hijes, compartiendo informaciĂłn sobre activismo con sus mamĂĄs. Justicia poĂŠtica dirĂan algunes.
El orgullo como respuesta polĂtica hacia la vergĂźenza que nos hacen sentir por tener un cuerpo gordo lo sembramos el 27 de noviembre de 2021 entre les 200 gordes que nos juntamos.

La justicia lleva tiempo, y ese ejercicio es colectivo y sentido en nuestra sociedad. Por eso un par de tweets o comentarios de odio en redes sociales sĂłlo funcionarĂĄn como combustible para lo que se viene: la reivindicaciĂłn de los derechos para las personas gordas.
No quiero perdonar a quienes me hicieron sentir y nos hicieron sentir que merecĂamos morir antes de vivir una vida con un cuerpo gordo. Y aunque quisiera, tampoco puedo, al menos por ahora.
Tenemos derecho al bienestar y ahora lo sabemos.