Estar delulu puede ser la solulu

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Por Agostina Almada

Una revisión positiva sobre el fanatismo, las relaciones parasociales, internet y sus lugares comunes.

Te desespera peinar ese pelo, el más lindo que viste en tu vida. Ves cómo le brillan los ojos, de esa manera tan particular. Cada una de sus palabras es enunciada de forma perfecta y -esa persona- dice exactamente lo que vos necesitas escuchar. Sonreís para adentro porque te da un poco de vergüenza y termina el TikTok que resume el live que tu famoso favorito hizo esta semana… La sensación es -antes que nada- rara, pero algo placentera. Podés googlear fotos de ellos, seguirlos en Instagram para sentirlos más cerca, podés darle replay al video que finalizaste o también podés imaginarte cómo actuarían ellos dentro de tu habitación mientras te preparas un té.

Las relaciones parasociales se definen por un sentimiento unilateral con otra persona; se suele utilizar este concepto para hablar del contacto entre les fans y les artistas, cantantes, actores, futbolistas, personajes ficticios, creadores de contenido varios, famoses en general.

De la palabra “delusional” -delirante en español- nace el concepto “delulu” que desde 2014 se utiliza en los fandoms de Kpop para definir a una persona que lleva una relación parasocial con su ídolo, el famoso shippeo con el o la que le gusta, las ideas que llevan a les chiques a sentirse amigues, novies, compañeres de algún personaje del star system. Sin embargo, en los últimos meses, este fenómeno ganó popularidad en TikTok por comenzar a utilizarse para satirizar la creación de escenarios ficticios, como un estado momentáneo de delirio.

Pero en medio de la avalancha de información que abunda ante nuestros ojos, a veces necesitamos un respiro, un momento para volver a disfrutar de la imaginación y sentirnos como niñes que exploran el mundo de Hogwarts, o que somos amigues íntimos de La Reini (la influencer Sofi Gonet para quienes no la conocen). Un comportamiento tal vez comparable a aquel que tenían nuestras madres cuando pedían una hora de absoluto silencio mientras ellas miraban la mejor telenovela que emitía Canal 13.

Abordar el concepto “delulu” puede parecer sencillo, pero en verdad es, en sí mismo, todo un fenómeno que parte de la base fundacional de los amores platónicos: estar enamorade de alguien inalcanzable. Y a partir de acá, podemos abrir un hilo infinito en clave histórica. En nuestra era, les chiques “delulu” estamos representades por figuras como Mariana Enríquez. En el min 32:45 de su entrevista en Caja Negra, habla de que el fanatismo es un fenómeno histórico y enaltece nuestro papel como fanátiques, incluso por encima del rol de les artistas. Ella misma subraya que los Beatles no alcanzarían la misma prominencia sin la ferviente beatlemanía. Fue precisamente en este momento histórico cuando surgieron los primeros estudios sobre fanatismos, y donde apareció el término “relación parasocial”.

Si trasladamos esto a Argentina, las películas de Sandro, el Gitano, funcionaron como una manera de fomentar el fanatismo desenfrenado. En la cultura del manga y el animé, se conoce como fanservice a aquel contenido sugerente que se incorpora a la historia principal con el propósito de enganchar al espectador y que éste reciba un estímulo aparte.

Pero es el lado más creativo el que da lugar a otra arista de la delulu era en el fanatismo: las historias que nosotres mismes nos creamos. El fanfiction es un fenómeno que nace de los fandoms de sagas y películas adolescentes, donde les fanátiques crean nuevas historias inspirándose en los personajes y sus mundos, y generan así nuevas narrativas, historias alternativas, finales distintos, otras relaciones amorosas, por solo nombrar algunas de las tantas opciones existentes. Antes de que surgiera este concepto, les fans de series y películas escribían esto en formato papel y distribuían sus historias en fanzines dentro de las convenciones y reuniones de los fandoms.

Con mis amigues solemos debatir a menudo sobre esta cultura y creemos -de forma unánime- que el fanfiction es una forma de reimaginar historias o mundos ficcionales que nos interpelan. Aun así, existe la creencia de que al ser principalmente producido y consumido por preadolescentes con hormonas revolucionadas se suelen sexualizar a personajes tanto ficticios como reales. Pero más allá de esto, hay que tener en cuenta que existe una amplia variedad de géneros literarios dentro de las plataformas de fanfiction. Y por otra parte, no es necesaria una investigación exhaustiva para identificar que les narradores y lectores de esta comunidad suelen ser mujeres y personas parte del colectivo LGBT+, algo nos invita a reflexionar sobre la histórica opresión que nos obligó a tener que ocultar nuestros deseos.

Dentro del universo del fanfiction, existe una gran diversidad de historias LGBT+, lo cual desempeña un papel crucial en el proceso de autoexploración y autodescubrimiento. Estos nuevos mundos, que no suelen encontrarse en las editoriales tradicionales, llaman la atención porque nos brindan la posibilidad imaginar relaciones y personajes que deseamos ver en la ficción, pero que raramente se representan. En nuestras experiencias personales, llegamos a reconocer que podíamos sentir atracción por personas del mismo sexo. Por ejemplo, a través de la popular relación ficticia entre Louis y Harry de One Direction, la cual se convirtió en uno de los shippeos más famosos de Internet.

Pero así como resaltamos sus rasgos positivos, también vale remarcar algunas de las redflags del estar inmerso en el mundo delulu. Sería descuidado no mencionar que existen aspectos problemáticos asociados a vivir en una fantasía constante, o cuando nuestro apego al consumo cultural comienza a afectar negativamente nuestra vida cotidiana. En su podcast “Anything goes with Emma Chamberlain”, la influencer estadounidense enuncia su preocupación acerca de las personas que convierten las relaciones parasociales en un refugio real llegando al extremo de abandonar sus vidas para dedicarse por completo a su fanatismo, dañando incluso a terceros en pos de mantener esa relación idealizada. Esto puede llevar a que las personas puedan experimentar emociones intensas, como tristeza o enojo, si sienten que su ídolo o personaje favorito les ha decepcionado de alguna manera, lo cual puede tener un impacto negativo en su bienestar emocional. Estar delulu es la solulu hasta que tus amigues te piden que bajes un cambio.

Aun así, hay algo muy valioso de estos “momentos esquizo” en los que sonreís sólo al ver una foto de tu ídolo. Es ese el punto: disfrutar de una historia que no es real, que puede ser -también- una forma de “escapar” de situaciones en las que preferirías no estar. Y ahí mismo pueden surgir experiencias enriquecedoras, como escribir un poema, bailar en tu habitación o contarle a tu vieja sobre la última película que salió.
Los encuentros en persona, son sin dudas, los que más se destacan. Las comunidades de fanátiques se reúnen para realizar bailes, convenciones, recitales, eventos en los que hasta el ídolo o ídola está presente. Son momentos íntimos, como escuchar una canción, ver una entrevista o poner una nueva photocard en la funda del celular, que contribuyen a forjar una parte de nuestra identidad que podemos compartir con otros que viven y entienden nuestra pasión.

En los últimos años, las relaciones parasociales han experimentado un notable aumento gracias a la comunicación que facilitan las redes sociales y el acceso a partes de las vidas personales que nuestres ídoles deciden compartir. Ahora podemos conocer detalles de sus lugares habituales para merendar o sus rutinas de ejercicios; detalles que se convierten en parte de nuestras ficciones y nos anclan a la realidad mediante pequeñas conexiones. La constante presencia de estas personas en nuestras pantallas nos regala la sensación de cercanía y comprensión, además de facilitar nuestra inmersión en una «delulu era» si les ídoles suben una historia hablando a cámara como si estuviéramos en una videollamada.
Además, diversas empresas aprovechan este contacto constante con sus seguidores en línea. Mis amigues y yo, por ejemplo, creemos que Kit Connor y Joe Locke tienen personalidades similares a las de Nick y Charlie en Hearthstopper, lo que nos ha llevado a sentir un vínculo afectivo con estas figuras.

Quizás esta sea la mejor forma de concluir esta extensa conversación que tuvimos hoy en este espacio. No hay respuestas definitivas sobre los gustos que conforman nuestra personalidad. Los fandoms nos han otorgado la libertad de explorar y experimentar con nuestros mundos, conocer facetas nuevas, desde la imitación de la forma en que se visten ciertas personas, hasta la posibilidad de conocer a otres a través de las redes sociales, y también sentirnos acompañades por un pequeño momento delulu.

No es un delirio estar en el colectivo escuchando la canción que mejor describe el sentimiento que estás sintiendo, porque la piba que va en el asiento de adelante seguro está pensando lo mismo de otre artista. El fanatismo deja de ser algo freak si hay un trend de TikTok donde todes contamos esa sensación rara que nos da sentirnos tan cercanes a alguien que no conocemos, gritando «Why AM I Like This?» cuando llega un mensaje de una amiga en Internet que, mientras nosotras queremos hablar sobre la canción que estábamos escuchando, se dedica a chusmear un poco sobre su vida real.

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