Guerra Israel-Palestina: tan lejos pero tan cerca para una chica argentina

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Por Iara Mossayebeh

La nueva escalada bélica en Medio Oriente tras el atentado terrorista de Hamás en tierra israelí me llevó a la angustia, la preocupación y a tratar de hacer reflexiones y aprendizajes profundos. Les cuento un poco.

Me levanto el sábado por la mañana y lo primero que me dice mi vieja es: “Israel entró en guerra”. El comentario fue así de crudo porque sabía que yo, hasta el viernes 6 de octubre, tenía planeado viajar a Tel Aviv para conocer el país del que tanto me hablaron, del que tanto leí y que tan sustancial es para toda la comunidad judía en el mundo.

Al principio no le di importancia porque no dimensioné en absoluto de qué me estaba hablando y salí a comer un asado con el team de la facultad. Más tarde, un amigo “goy”, como se le dice a las personas no judías, me comenta: “Vi los videos y es un horror. Hay gente secuestrada”. Fue tal su seriedad que en el mismo momento abrí Twitter. Hace 4 días que sigo ahí, pegada, sin cerrar la aplicación.

Hace exactamente 50 años se daba una jornada de características similares: comenzaba la guerra de Iom Kipur. Lo que llama la atención con lo sucedido el 7 de octubre -que los analistas internacionales ya llaman “el 9/11 de Israel”- fue el ataque por sorpresa en una doble festividad, Simjat Torá y Shabat (que es el día de descanso en el cual se adora a Dios sin ningún tipo de equipo electrónico encendido). Los terroristas de la yihad islámica, conocidos como Hamás, entraron por tierra al sur de Israel en el marco de una acción extenuantemente planificada e inadvertida.

Lo lograron mediante un bombardeo que llevaron a cabo cerca de las 6 de la mañana, para luego infiltrarse por tierra y por aire, burlándose en la cara del país con “la fuerza militar más grande y entrenada del mundo”, el país que no sólo tiene un muro de 8 metros construido que bordea la Franja de Gaza, sino que este también se extiende bajo tierra gracias a una obra de infraestructura millonaria que tenía por objetivo tapar los túneles mediante los que Hamás se había infiltrado en el ataque que dio pie al enfrentamiento bélico de 2014.

En los primeros paseos que hago en Twitter, el algoritmo rápidamente me entiende. Necesito mucha data, minuto a minuto y de todas las fuentes posibles. De pronto cruzo la cuenta de una ex soldada argentina-israelí que se expide en plan: “a los palestinos hay que borrarlos del mapa y eso es lo que vamos a hacer”, pero también otros dirigentes de izquierda -que ni me gasto en mencionar-, el sábado al mediodía ya estaban “festejando la liberación del pueblo palestino” mediante este acto sin precedentes, sin condenar una sola víctima civil, como si las muertes judías hubiesen sido “necesarias”. No me detengo en la bronca absoluta que esto me genera: mi cabeza solo va a los cientos de amigos y amigas que tengo viviendo en Israel.

[16:46, 7/10/2023] iara Mossa: Hola amigo
[16:46, 7/10/2023] iara Mossa: Que onda todo
[16:48, 7/10/2023] Joaqui Israel : cómo el orto
[16:49, 7/10/2023] Joaqui Israel : pero yo estoy bien
[17:01, 7/10/2023] Joaqui Israel : me vine a lo de un amigo
[17:01, 7/10/2023] Joaqui Israel : Porque mi roomate está en otra parte del país
[17:01, 7/10/2023] Joaqui Israel : un amigo suyo estaba en la fiesta de electrónica y no se sabe nada de él, calculamos que murió
[17:03, 7/10/2023] Joaqui Israel : Ahora paro un poco, pero no paraban de sonar explosiones durante la cena
[17:06, 7/10/2023] iara Mossa: Sii, sin dudas por ahora quedarse en casa, seguir las instrucciones
[17:07, 7/10/2023] iara Mossa: Y ya verás qué aporte puede haber, lo más importante es que estes bien

Joaco, como muchos otros argentinos, está en Tel Aviv resguardandose de los misiles que empiezan a cruzarse por el territorio. Me escribe mientras prácticamente camina por las paredes y pinta mandalas. Son cientos de miles los argentinos y argentinas que se mudaron a Medio Oriente persiguiendo una vida mejor.

El vínculo con la comunidad judía hace que desde chiques estemos expuestos a la historia canónica y bíblica de la tierra prometida, portemos la bandera (como me tocó cuando fui abanderada en el egreso de mi secundaria), y nos apropiemos de una patria que además de lejana, parece también platónica. Los lazos tendidos son múltiples, Israel subsidia nuestros colegios e instituciones. Todes podemos ir a visitar, ya sea en viajes educativos o quienes terminan la escuela de madrijim (equivalente a los boy scouts judíos) así como el conocido Bria, donde, “por derecho de nacimiento”, nos regalan un divertidísimo viaje de 10 días para pasear por Israel con otres jóvenes. Después de mucho planificarlo, era mi plan de vacaciones…

El que quiera ir a vivir, puede hacerlo. La cole puede ayudarte a que te mudes, a encontrar casa y trabajo. Se llama “hacer aliá”, un concepto sionista que implica “el derecho que tienen les judíes de volver a casa”. Esta idea fue forjada en el siglo XX en el marco de siglos de persecución, discriminación y exterminio hacia los judíos de la diáspora, donde plantearon la creación de un Estado Judío donde estos pudiesen vivir en paz, en la tierra bíblica que hoy está en disputa.

Actualmente algunes amigues se fueron a hacer el servicio militar a Israel para obtener la ciudadanía, mientras que otres optaron por un programa que incluye un departamento y una pasantía en una empresa de IT (miento si digo que no consideré esta opción para mí misma). Entre los 60 y los 80, muches se fueron a vivir a un Kibutz (comuna agrícola colectiva israelí). Los que residen en el sur, este 7 de octubre, fueron las principales víctimas del ataque terrorista, y precisamente debido a la gran migración de argentines, son varies quienes fueron aniquilados o bien permanecen desaparecides o secuestrades.

Bren, mi mejor amiga desde los 3 años, me pregunta: ¿Por qué a ustedes los interpela tanto y veo otras personas no judías no compartiendo absolutamente nada? Ella es una de las que se acerca a ver cómo estoy porque como bien dice este posteo viral “A las personas no judías”, si tenés une amigue que lo es, preguntale cómo está porque “estamos pasando uno de los peores momentos de nuestras vidas”. Y tiene razón. Acá TODES tenemos familiares y amigues viviendo allá.

Instagram @meliweinstein

Por eso, durante el fin de semana me animo a escribirles a todas las personas que conozco para saber cómo están, si están a salvo, si los llamaron porque están de servicio en el ejército y van a tener que ir al frente. Incluso me animo a mandarle apoyo a algún chongo israelí que conocí en la playa con quien ya no hablo. Desde allá, comparten fotos de desaparecides y le ponen cara a los secuestros. Me rompe el alma: un flaco publica una historia de una chica divina bailando en un atardecer con un pésame en hebreo, un ex compañero del colegio muestra a su prima que vive allá, contando cómo fue la brutal jornada en su Kibutz, hablando con claros signos de estrés post traumático. También un pibe de la militancia que perdió a manos de las balas de Hamás a 5 familiares (madre, padre y 3 hijes).

Es todo muy cercano, a un grado de separación de mi. En un lugar que pensaba visitar en pocos meses. Puedo imaginarme en una fiesta en el desierto, haciendo las cosas que me gustan hacer, rodeada de miles de jóvenes, posiblemente bajo la influencia de alguna sustancia recreativa, teniendo que huir en estampida mientras algunos de mis propios amigos y amores quedan tirados inertes en el suelo.

Sigo scrolleando Twitter obsesivamente. Busco en todas las fuentes posibles, agencias de noticias, documentales y analistas, información para volver a posicionarme. Intento revisar mi postura: la última vez que investigué el conflicto Israel-Palestina, tenía 17 años y estaba encarando un modelo de Naciones Unidas, pero, qué opino yo hoy que siempre soy tan hater de Estados Unidos y las causas que apoya, de su injerencia y de las guerras que libra “en pos de la democracia”, que apoyo la libre determinación de los pueblos, que rechazo la intervención de las superpotencias en nuestras culturas para moldearnos a su imagen y semejanza… ¿Cómo hago para que convivan en mí ideas como el repudio a la opresión palestina, al antisemitismo, a la resiliencia del pueblo judio, a la bronca con Netanyahu, con los que ocupan tierras ilegales, con la tristeza por las muertes civiles? Este mix me tiene en unas.

Cada contenido que encuentro, intento verlo con mirada crítica. Qué de lo que dice es un aporte de verdad y dónde está su sesgo. Me incomoda tremendamente leer por primera vez que los colonos israelíes ocupan tierras ilegales según los acuerdos de Oslo de 1990, que ejercen un apartheid contra los árabes. Me incomoda tremendamente leer que la Franja de Gaza es una prisión a cielo abierto, un campo de concentración, y también, los comunicados del Primer Ministro y Ministro de Defensa israelíes de cómo planean reventar todo. Creo que acá Tali Eisen condensó bien cómo se siente ser judía, progre y aún así creer en que ambos pueblos merecen su tierra donde la reclaman:

Yo estoy muy triste. Para muchas personas, Medio Oriente queda lejos y desconocen el conflicto. No entiendo para qué opinan o quién se los pide, ¿no saben que Hamás no es Palestina? ¿Le habrán hablado a sus amigos judíos a ver como andan? Por otra parte, son estas personas -judíos- las que inevitablemente me tocan más de cerca. Sé qué es el Holocausto desde muy chiquita, y ese odio me horrorizó al punto de constituirme como persona que busca existir llena de amor para ser todo lo opuesto. Yo soy judía y crecí creyendo que el temita del antisemitismo en el mundo ya no era como antes. Esta semana me enteré que está más que vivo.

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