“Higiene sexual del soltero”: La revolución de los hombres debería comenzar en la cama

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Por Sasha Bruni

A menos de dos meses del lanzamiento de su nueva novela “Higiene sexual del soltero”, hablamos con Enzo Maqueira acerca de los desafíos que trae la masculinidad establecida y la necesidad de romper con los mandatos tradicionales para animarse a explorar.

A principios del nuevo milenio, numerosos artistas de la escena musical encontraban refugio en letras que capturaban, a puñados, el espíritu de las juventudes inmersas en el torbellino del bien llamado autodescubrimiento. Sin embargo, con el paso de los años, en ese raudal de emociones, surgió fuerte la literatura de los viajes íntimos, la sexualidad, la introspección personal, la aventura y el refugio, encontrando su eco en la obra «Higiene sexual del soltero» de Enzo Maqueira. Maestro en el arte de tejer historias, el autor nos conduce a una narrativa que va más allá de la superficie de los encuentros románticos, invitándonos a explorar territorios desconocidos donde los amores, los enredos, los miedos y los deseos se entrelazan, ofreciendo una obra reveladora que desafía las convenciones literarias con un estilo único.

Desde Beba, tuvimos la posibilidad de charlar mano a mano con él y realizarle algunas preguntas acerca de su nueva obra.

Si hay algo en lo que coincidimos les que leímos Higiene Sexual, es en que el  recorrido y el desglose de cada página, es sumamente personal. ¿Te animás a contarnos cómo fue el proceso de escribir algo tan tuyo?

En primer lugar tengo que decir que me ayudó mucho ver a mi alrededor, sobre todo la literatura que están escribiendo muchas mujeres hoy en día que trata de esto. Me envalentonó eso. Lo están haciendo, están hablando de abusos y cuestiones muy personales, ¿por qué yo no iba a animarme? Eso, por un lado… Después, puedo decir que son temas que yo vengo cocinando hace bastante en mi cabeza y en mis libros. Ruda Macho tiene mucho que ver con parte de la infancia de este libro, Electrónica también. Yo viví lo mismo que Junior, la parte de la infancia, de hecho, está bastante calcada, y nunca me pude recuperar de eso. De ser señalado, de sentirme que no podía ser parte, que no daba la talla para ser el hombre que tenía que ser, ¿no? Por suerte no se me ocurrió exigirme, mi camino fue el otro, el arte, el hacerme amigo de los Rodri del mundo, de los Charly del mundo. Será por escorpiano que me habrá pasado, por ser curioso, pero fue -para mí- liberador y reparador. Por momentos el autor nos conduce a una narrativa que va más allá de la superficie de los encuentros románticos, invitándonos a explorar territorios desconocidos donde los amores, los enredos, los miedos y los deseos se entrelazan: “Uy, estoy soltando demasiado, estoy contando demasiado”, pero todo el tiempo pensaba en hacerlo porque era la única manera de empezar a abrir el debate y empezar a poner “esto” sobre la mesa. Me pareció que no estaba tan vigente, por lo menos desde la ficción. Y recibir ahora comentarios de lectores que me dicen: “Che, me pasó igual”, me hace sentir que ya cumplí. Si había una misión, era esa.

Por lo general, siempre escribo desde lo personal, y ahí empieza a suceder la literatura. Parto de algo personal y casi siempre tiene que ver con la búsqueda de la felicidad y la identidad masculina. De 2015 para acá, tengo las herramientas que no tenía antes. El problema o el conflicto lo tuve siempre, pero no entendía lo que pasaba, pensaba que era un extraterrestre, como piensa también Junior. No entendía porqué razón yo no encajaba con los demás chicos, y no encajaba porque no era lo suficientemente hombre según ese patrón de la masculinidad establecida o hegemónica. Pero no me di cuenta hasta 2015 que empecé a leer, a escuchar y a hablar con compañeras y amigas, y ahí me di cuenta que el patriarcado también tenía su paquetito de mierda para nosotros. Me di cuenta que era el patriarcado.

Por momentos parece que estamos leyendo fragmentos de un diario muy -muy- íntimo del que, de alguna manera, también nos sentimos parte. ¿Ves al libro como una posibilidad para el autodescubrimiento? ¿Te gustaría invitar a otros varones a explorar y repensar sus construcciones patriarcales? ¿Qué es lo que Junior nos viene a enseñar?

Mi primer objetivo era abrir una ventana para explorar a las mujeres. Pensé más en lectoras mujeres porque estamos en un momento en que la mayoría de directoras son mujeres, las escritoras también; hay mucho interés del lado femenino de la sociedad, –por usar etiquetas binarias–. Entonces, lo primero que pensé fue, bueno, yo quiero abrir una ventana para que las mujeres se asomen a la educación que han tenido los hombres con el patriarcado, y que a partir de ahí tratemos de entender por qué no son ni uno, ni dos, ni tres los abusadores, o los machirulos que humillan. ¿Por qué todos los hombres parecen serlo? ¿Por qué hay una fábrica? Evidentemente el problema no está en el individuo, sino en la matriz. Mi idea era abrir una ventanita para abrir la matriz, que creo que, al momento, no estaba tan clara porque no se estaba hablando de cómo el patriarcado nos caga la vida a los hombres, es algo que se estaba soslayando y me pareció que era interesante para sumar al debate y también para tratar de alcanzar una solución al gran problema de la desigualdad y la violencia, pero en el camino me empecé a dar cuenta también que terminaba siendo una invitación a otros hombres a repensarse.

Existe un coqueteo muy fuerte entre el amor, el deseo, y la búsqueda de uno mismo en el placer. ¿Pensás que fue la diversidad de experiencias lo que moldeó tu percepción sobre las relaciones y la sexualidad en sí? ¿O hubo otros factores?

Para mí fue fundamental. El sexo fue un camino de conocimiento, de autoconocimiento y de aprendizaje de la vida. Fue también un espacio en donde aprendí mucho de las mujeres en primer lugar, igual que Junior. Y sobre todo en estos tiempos, me parece necesario –para los hombres– poder romper con los mandatos del sexo, del falocentrismo, con el terror al goce anal, con la idea de la monogamia, entre otras cosas, me parece fundamental. Y en definitiva la revolución debería empezar por ahí, la revolución de los hombres en cuanto plantarse ante estos mandatos del patriarcado, debería comenzar en la cama. Me parece muy sano y muy eficiente empezar por ese lado. Empezar en la cama y no por otra parte. Hay un exceso de teoría, en estos últimos tiempos, por parte de cierto progresismo-inteligencia, de pronto todo se tiene que teorizar, todo lo quieren sacar de los libros. Yo pienso que hay que volver un poco más al cuerpo y no preocuparse tanto. O sea, está bueno pensar, pero pensemos las cosas que son dignas de ser pensadas y que son dignas de ser pensadas, por ejemplo una elección presidencial; en el sexo hay que ser salvaje, tenemos que poder encontrarnos con nuestra naturaleza animal, finalmente, despues de todas las mascaras que le ponemos. Por eso no esta bueno cuando se quieren meter en tu cama desde ciertos discursos, esta bueno entender que el sexo es libertad siempre y cuando dos o varias personas esten de acuerdo, de ninguna manera podemos racionalizar eso.

¿Esperás que tu narrativa contribuya a visibilizar y comprender aún más la bisexualidad?

Yo creo que en la novela el tema de la bisexualidad está presente como un espectro, ¿no? Hay una puerta que se abre hacia un espectro, y creo que en general yo quise trabajar la sexualidad de Junior desde ahí, y no decir: “Este es un heterosexual,  este es un gay o este es un reprimido”, no. Es una persona que tiene una sexualidad que va mutando a través del tiempo, como debe ser toda sexualidad sana me parece, ser un abanico donde uno va explorando. Es una declaración a favor de salirse, de que los hombres salgamos de la heteronorma a explorar nuevos caminos. Llamalo bixesualidad, llamalo pansexualidad, llamalo heterocuriosidad. Me parece que va por ahí. No sé qué va a pasar de acá a un año, o en dos meses, o mañana… Es una invitación –sobre todo– para los hombres que somos los que estamos más aferrados al falocentrismo y la heterosexualidad, es válido permitirnos ver qué más hay. Y eso lo aprendí de las mujeres, de ver que mis amigas no se hacían tanto problema. Iban, probaban y punto

Hay un antagonismo entre los postulados de Ciro Bayo y esa hombría impostora con la que convive Junior. ¿Pensás que fue este antagonismo el que hizo florecer esa bisexualidad latente en Junior?

Si, yo creo que ese libro es poco su primera revista porno. Deforme, todo lleno de lugares comunes, escrito por un poeta bohemio. Dentro de todo era un tipo piola en una sociedad que, ya sabemos cómo era, ¿no? Y si, funciona como antagonismo, un poco para reforzar esas ideas de que los hombres son como esos animalitos salvajes que no se pueden aguantar las ganas, y que en cambio las mujeres son más prudentes y sensibles. Esas cosas, que están en el libro de Ciro, aún siguen dando vueltas por ahí. Yo me encontré con un montón de mujeres que disfrutaban del sexo y con pibes que disfrutaban nada. Hay que romper con esas ideas preestablecidas que no tienen correlato en la realidad, pueden parecer mayoritarias pero cuando empezas a buscar un poquito, no tienen correlato con la realidad. Y en ese sentido, creo que el libro de Ciro que es un manual basado en hechos reales, es más ficción. De todas formas, la hombría es lo primero a desterrar.

Podemos decir a viva voz que Ciro Bayo es algo así como tu ESI, ¿no? Más allá de entender que es un libro escrito hace más de cien años y que, en la actualidad, puede verse desconfigurado. ¿Sentís que contribuyó a tu persona actual?

Si, obvio, claro. Tenía ese, el de Ciro, y también un libro que se llamaba “Astrología del sexo, el amor y la pareja”. Ese era un libro que tenía mi mamá que también me llamaba la atención, estaba forrado de marrón y prolongado por Moria Casán y por alguien más que no recuerdo. Ahí leía las características de escorpio, –mi signo– qué le gustaba a escorpio y que no, viste… Me acuerdo que decía: “En esa posesión se encabritará hasta alcanzar el clímax”, me encantaba la palabra encabritará, y me imaginaba de grande encabritándome. Te juro que aprendí un montón de ese libro. Y en cuanto a si contribuyó, sí. Después de treinta y pico de años, si me acuerdo de todo esto, evidentemente sí. El sexo me atrajo desde siempre, curiosee mucho y también investigué. También, como le pasa a Junior, cuando tuve mis primeros amigos gays les preguntaba: “Che, ¿qué onda? ¿Cómo gozan? ¿Cómo es la cosa?” Y ahí me contaron acerca del punto g masculino, el perineo. Entonces fui a ver cómo era la cosa… Después flashe y tuve una epoca muy metida en el sexo tántrico, y realmente aprendí un montón. Para mi el sexo es un gran maestro en la vida, en mi vida, por lo menos, sin dudas fue un gran maestro

¿Y ahora? ¿Qué viene después de Junior?

Tengo muchas ganas de ir por el lado de escribir cuentos que puntualicen, quizás, en detalles, el después ¿no? Porque la vida de Junior se cuenta hasta minutos antes de la pandemia, y uno no sabe qué pasó después. No estoy hablando de tomar el mismo personaje, pero sí quizás profundizar en algunas temáticas, por ejemplo el poliamor, las relaciones abiertas… Higiene es como un gran muestrario de todas las posibilidades en cuatro décadas. Siento que me falta profundizar en los descubrimientos de esa nueva masculinidad, ese nuevo hombre en el que se convierte Junior y sus formas de vincularse. Eso me dan ganas de escribirlo, sí.

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