Mi primer Encuentro

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Por Lola González Plaza (17 años)

No esperaba sabérmelas todas. No creía que iba a dejar de maltratar mi cuerpo con sentimientos de culpa o que los celos en mis relaciones románticas iban a desaparecer. A esa vida totalmente deconstruida todavía no la puedo hacer nacer. Mi única expectativa era que el Encuentro Nacional de Mujeres me cambiara la vida. Tuve razón. Eso no era ponerle mucha presión, ni en pedo.

El encuentro con tantas mujeres y disidencias que parecían tan lejanas, pero que se sentían mucho más cercanas y compañeras, no fue extraño , no dio miedo. Nunca una primera vez resultó tan familiar. Por momentos, esa masividad verde se sintió como si fuera nuestra realidad y lo anormal fuera lo que sufrimos los otros días de la vida. Encontramos un espacio donde nos sentimos libres y pudimos -quisimos- colectivizar nuestras vivencias, saberes, miedos y placeres y construir desde la pluralidad de voces. Estuvimos juntes para abrazarnos y celebrarnos, recordarnos insaciables e imparables. Del Encuentro se vuelve empoderade y combative, con ganas de hacer mierda todo, pero organizade.

Foto: Martina Lostra

En el ENM hay 73 talleres diferentes que atraviesan nuestras vidas, las vidas de les 50 mil que estuvimos ahí. Lo individual se vuelve colectivo porque todas las personas con las que compartís están en la misma que vos. Esa colectivización nos permite salir del encierro de nuestros mambos y entender que todas esas veces que te culpabilizaste por el trabajo que no pudiste conseguir, por el cuerpo que te tocó tener, por los abusos que viviste, te estabas responsabilizando en nombre del patriarcado. Las mujeres y disidencias a lo largo y ancho del país compartimos pesares y algo más fuerte, que son las ganas de librarnos de ellos. Estamos juntes y tejemos redes. Petrona tiene 67 años y vive en Trelew. Se presenta en el taller de Mujeres y Medios de Comunicación y fuerte dice: “Vine acá porque quiero saber como despertar a mis vecinas”. Estallamos en aplausos.

El fin de semana se fue intensificando y llegó a su clímax el domingo a la tarde. La marcha. La fiesta. La ola encontró en las calles de Trelew un lugar para romper. Romper en canto y sonrisa, en bronca e impotencia. En festejo feminista, que es todo eso. Bailar en tetas y que no pase nada se siente como tener el poder. Históricamente, las mujeres y disidencias tenemos nuestro lugar en lo privado. Nuestras vidas, puertas adentro, y nuestras voces, silenciadas. La masividad que los hombres cis pueden llegar a experimentar (en la cancha, en la guerra) nunca la había sentido. En las subidas de la marcha mirabas para abajo y parecía que el mundo éramos nosotres. Acá por primera vez, sentí que el espacio era nuestro y que lo estábamos compartiendo. Dueñes de la calle y de lo público.

Foto: Martina Lostra

Todavía hay quienes no pueden soportar el poder que tenemos. Nos tiraron piedrazos porque nos quieren lastimar. Nos pegaron porque nos quieren asustar. Nos dicen violentas en los diarios porque nos quieren demonizar. Quieren que todes nos odien tanto como elles. Quieren que volvamos a ser las brujas del medioevo. Todavía no entienden que siempre fuimos brujas y que los únicos que vuelven al medioevo son elles. En contraposición con toda nuestra organización, ni el gobierno municipal ni el de la provincia de Chubut se habían preparado para recibirnos. Eligieron ignorar la importancia de la masividad que generan 50 mil mujeres y disidencias de todo el país reunides. En los días anteriores a nuestra llegada había habido una bajada de línea desde los medios de comunicación y también desde las escuelas. Que estábamos locas, que veníamos a romper todo y a matar a los varones. Frente al odio y al descuido intencional, puedo decir que nosotres somos lo opuesto. Somos el orgullo, la alegría, una mano extendida y un puño en alto. Hubo quién nos tiró piedras, pero también estuvieron las mujeres que nos veían marchar desde sus balcones y terrazas y respondían al canto de “Mujer, escucha, únete a la lucha”. Paradas firmemente, agitaban sus pañuelos verdes y levantaban carteles de #NiUnaMenos. Nos mirábamos y nos emocionábamos. Estábamos ahí, juntes. Y juntes estaremos el año que viene en La Plata, para el 34º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans.

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