Ni You, ni él

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Por Macarena Gómez

Frente a los debates que se dieron en las redes sociales luego del estreno de la nueva serie de Netflix, You, acerca de si se romantiza o no la violencia de género, se abrió la pregunta sobre si es posible llegar a empatizar con un femicida. Mi mente de inmediato dice que no, lógico, pero indagando un poco más en las opiniones de les otres me permití cuestionar esa negación rotunda.

Une puede llegar a empatizar con el villano. El conocido personaje de Walter White es un claro ejemplo. Sin embargo no decimos que Breaking Bad romantiza el narcotráfico ni salimos a buscar la fórmula de ningún cristal. Hace poco discutimos si el personaje de Toto Ferro en El Ángel genera lo mismo con los robos y asesinatos. Es lógico que esto suceda porque históricamente eso logran el cine y la televisión en sus diferentes formatos, pero, hablando de una serie que toca la violencia de género y al enterarnos que en dos semanas del 2019 tuvimos nueve femicidios en Argentina, ¿qué nos pasa con You?.

El guión intenta demostrar de manera exacerbada con diferentes recursos que estamos frente al personaje de un psicópata. Penn Badgley, el actor que interpretó a Dan en Gossip Girl, se pone en la piel de Joe Goldberg, un stalker que se obsesiona con Beck (Elizabeth Lail), y comienzan una relación que se torna enfermiza. Cumple con todo el cliché: Joe es una persona que se muestra amable con sus pares y que incluso intenta salvar a su vecina de una relación en la que sufre violencia de género. En su intimidad vemos una persona sumamente manipuladora, controladora y obsesiva.

Charlé con amigas y leí muchísimos comentarios en Twitter porque necesitaba saber que no era la única que en varios momentos de la serie había empatizado con ese personaje. Me encontré con lo obvio: no, no lo era. En definitiva eso hacen las series: generan empatía con el villano. Pero, por otro lado, no puedo dejar de preguntarme sobre el peligro que descansa en su narrativa. Hace unos días, Millie Bobby Brown, o más conocida por el personaje de Eleven en Stranger Things, hizo un descargo en sus stories de Instagram en las que expresó su opinión sobre el personaje de Joe. “Sé que todo el mundo va a decir ‘Ahhh, él es un acosador, ¿por qué apoyarías eso?’ Pero no, él está enamorado de ella”, reveló la actriz de catorce años. Ante esta situación me pregunté: ¿qué es lo que nos hace pensar que todo lo que se haga por “amor” es válido?.

Fuimos criades en un mundo atravesado por la idea del amor romántico, consumimos al amor como producto cultural que entretiene. Pensemos cuántas cosas más se han construido y vendido a partir de esta concepción. Nos inculcaron que quien cela, quien deja todo, quien sufre y se somete a accionar irracionalmente por amor es quien más ama. “Por qué duele el amor” se pregunta Eva Ilouz (2012) mediante una investigación que repasa la historia de este sentimiento y de cómo fue construido a lo largo de los años, para poder explicar lo que todes sabemos: el amor siempre trae una cuota de sufrimiento. La socióloga plantea que todo lo que buscamos y esperamos del amor no es algo que surja de nuestra psiquis ni de cuestiones individuales, sino que son externas las fuerzas que modelan nuestras elecciones a la hora de amar, refiriéndose a las instituciones y factores ambientales.

El amor duele porque nos dijeron que así tiene que ser. Nuestra educación, nuestra cultura, y todo lo que consumimos a diario están atravesados por esta concepción. Desde la literatura de la infancia hasta la televisión y la publicidad han perpetrado esta concepción una y mil veces. El amor viene como forma de recompensa después de tanto dolor y en la mayoría de los casos, llega sin ser consensuado, con un príncipe que te besa y te salva de la oscuridad. ¿Les suena? Es necesario desentrañar la lógica de las estructuras que nos formaron para poder despojar la idea de amor que sedimentó en nosotres y recalcular hacia dónde orientamos nuestro deseo.

El dolor no es sinónimo de amor, así como un femicida no es igual a decir psicópata. Las respuestas similares a las de Millie Bobby Brown traen a la vista la idea de que la violencia está justificada cuando uno enloquece de amor. La locura es el aval para hacer lo que sea por le otre. Sin embargo, perpetuar la idea de que quienes matan, quienes violan, quienes controlan y ejercen violencia psicológica son personas enfermas, es tan peligroso como empatizar con cualquier villano, y el error está en creer que el personaje ficcional de Joe es algo muy alejado de los femicidas que vemos en la televisión.

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