No nos callan mas

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Por Lucrecia Raimondi
Foto: Adrián Escandar

De a poco el hall de entrada de la sede de Tribunales en Paraguay 1536 se llenó de mates, pelos teñidos, abrazos y contención. Cuerpas que fueron a apoyar un momento que fue histórico: la Justicia ordenó dejar en la cárcel a quien las abusó durante años ellas siendo adolescentes. La ansiedad y los nervios aumentaban a la par de que llegaban las más de cincuenta personas que asistieron a la última audiencia de debate. El Tribunal se mostró expeditivo: la exposición del veredicto no demoró más de 15 minutos. Las pibas prestaban atención a cada artículo y palabra que decía el presidente del TOC 25, Rodolfo Goerner, agarradas de la mano, conteniendo las lágrimas.

Este Tribunal resolvió condenar a Cristian Aldana, ex cantante de la banda alterna El Otro Yo, por mayoría, sin unanimidad, a 22 años de prisión por abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores, con cuatro de las siete denunciantes, y por las otras tres dictó la absolución en el delito de corrupción de menores (no contempló el abuso sexual). La jueza Ana Dieta de Herrero consideró que debía cumplir la pena de 35 años y votó en contra de la prescripción y la absolución. Además, dispuso que el ADN de Cristian Aldana sea incorporado al Registro Nacional de Datos Genéticos.

La emoción y el grito de justicia en la sala se dio cuando mencionaron esta disidencia. Ni una mujer o no binarie presente pudo dejar de sentir que la lucha feminista tiene sentido: la fuerza colectiva del No Es No, del No Nos Callamos Más cobró fuerza para demostrar que esta sociedad no tolera más los abusos sexuales y las violencias contra las mujeres. Las querellas y la fiscalía apelarán con la Cámara de Casación para que le apliquen la pena de 35 años de prisión.

Lo más desesperante del juicio fue la larga espera y la incertidumbre sobre cómo se se iba a resolver. Lo más esperanzador fue que cada vez se sumaron más pibas a contar su historia y querer denunciar los abusos sufridos en la adolescencia. El silencio llegó a su fin, no se callaron más. Y después de un año y tres meses, hoy el Tribunal dictó su veredicto. Más de ochenta testigxs declararon de manera oral o escrita; muchas otras intentaron aportar sus testimonios y no pudieron. Todas coincidieron en que el proceso de debate fue muy lento, principalmente por responsabilidad de Aldana que quiso “tener el control” de las audiencias.

Denunciaron diez pibas y sostuvieron el juicio siete gracias a que en las audiencias estuvieron acompañadas por amigues y fundamentalmente por la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC) que las contuvo en cada momento de ansiedad y tensión. Carla, Ariell, Felicitas, Guadalupe, Jazmín, Ana y Karen estuvieron unidas y fuertes, conteniendose también entre ellas con mucha paciencia y cariño. Lo que más necesitaban era que termine el juicio y cerrar una etapa dolorosa de sus vidas. Querían que Cristian Aldana quede en el pasado. “El foco no es la venganza, la idea es que deje de suceder, que se sepa y se visibilice para que este tipo no pueda seguir haciendo lo que quiere con niñas y abusando”, explicó Ana León, una de las denunciantes, y entiende que “la imagen — en los medios- tiene que ser la de la valentía y la justicia”.

La etapa final del debate terminó ayer con el alegato de la defensa que se refirió a los hechos de abuso sexual y corrupción de menores. La defensora oficial, Cecilia Durand, alegó que los dichos de las pibas estaban desvirtuados. El otro defensor oficial, Fernando Robbio, intentó desresponsabilizar a su defendido de la acusación alegando situaciones traumáticas previas que las pibas sufrieron antes de conocer a Cristian Aldana: “las víctimas ya estaban corrompidas”. Y argumentó que “los actos sexuales fueron excesivos y prematuros a la edad de las víctimas” por lo que desestimó los daños causado por él y sostuvo que “los presuntos abusos no llevan a la corrupción de menores”.

Básicamente, la defensa puso en duda las secuelas de los abusos que realizó Cristian Aldana a las siete denunciantes y respecto al proceso plantearon una serie de puntos que abonaron a su estrategia de indefensión: “como defensores — Patiño y Grasso- fueron excelentes querellantes” porque las anteriores defensas “desatendieron sus intereses y lo perjudicaron de forma activa”.

Cristian Aldana planteó en más de una oportunidad, tomando la palabra sin autorización en el intento de defenderse a sí mismo, un absurdo complot en su contra operado por “feminazis”. Cada audiencia que presenció, lo retiraron de la sala por gritar “el juicio es corrupto”. Para mediatizar su opinión, pintó un cartel con la consigna “sin defensa no hay juicio”. “La falta de imparcialidad de éste tribunal me ha hecho un daño irreparable por apartar a mi abogado de confianza”, expresó en varias oportunidades pidiendo caprichosamente por el abogado Patiño, negando la representación de sus defensas oficiales sin proponer otro particular, por lo que la etapa final del juicio avanzó con el pleno goce de sus derechos.

En sus últimas palabras de hoy intentó tirar la pelota para afuera y le dio a todo el mundo para que tenga: “Los medios de comunicación y la UFEM presionan al poder judicial para que lleven éste caso al extremo” y apuntó contra las pibas y las pericias psicológicas: “si me miran a los ojos no podrían sostener la mirada porque es mentira de lo que me acusan”. Para terminar, el rockero encarcelado leyó un versículo de la biblia. Pidió no estar presente en el veredicto y se retiró del banquillo con la expresión “bendiciones para todos”.

Fernando Robbio y Cecilia Durand, los defensores oficiales, habían pedido la nulidad del juicio por defensa técnica ineficaz; la nulidad de los alegatos de la querella de Ariell Luján, representada por Gabriela “Chiky” Conder, por considerar que “son indeterminados los hechos de su acusación” y la nulidad de cuatro de las siete declaraciones: el Tribunal no dio lugar a ninguno de estos pedidos. La fiscalía, junto a la asistencia técnica de la Unidad Fiscal Especializada en violencia contra las Mujeres (UFEM), alegó por las siete denunciantes y en particular por Ana León, Karen Bustamante y Jazmín O. que no tuvieron querellas particulares. Guillermo Pérez La Fuente pidió 35 años de prisión por seis de las siete denuncias. También, el fiscal analizó las canciones escritas por Cristian Aldana para El Otro Yo: “No me importa morir refleja el accionar, la situación y la violencia sexual a la que estaban expuestas las niñas”. “Esto es lo que escribe y es Aldana, lo que muestra de su persona. Las canciones son una confesión”, argumentó.

Por su parte, Gabriela “Chiky” Conder, la querellante de Ariell Carolina Luján, pidió 20 años de prisión por abuso sexual. La que fue querellante de Higui invitó a desnaturalizar, en esta causa, algunos aspectos que se reproducen tanto en las audiencias como en los medios. Cuestionó la mención de las orgías como simples actos sexuales porque entiende que fueron violaciones a menores de edad operadas por el imputado. Y expresó que la relación de Ariell con Aldana era de poder y no una pareja, que él abusó de la niña aprovechándose de su vulnerabilidad. Y también analizó que “a esta justicia le falta mucho para tener un relato igualitario respecto al derecho de las mujeres”.

El representante de Felicitas Marafioti, Carla Di Palma y Guadalupe Carballeira, el abogado Sebastián Da Vita del Programa de Patrocinio y Asistencia a Víctimas de Delitos de la Defensoría General de la Nación, había pedido la pena de 40 años de prisión por abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores.

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