Normal People: ser personas es complicado

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Por Sofía Ronco
Ilustraciones: Rocio Perez

Un análisis de la serie que aborda los vínculos sexoafectivos, las masculinidades y el crecimiento sin esquivar el dolor.

Las relaciones nos potencian o nos quiebran de a poquito, al menos eso es lo que ví en Normal People. Con una historia de amor complicada, la serie viene a recordarnos que nuestros vínculos con amigues, familia o parejas son transversales a las decisiones que tomamos en nuestras vidas, ya sea para mejor o peor.

Basada en el best seller de la autora irlandesa Sally Rooney, la serie nos muestra en principio una historia que puede sonar conocida: una chica solitaria se enamora del chico popular del colegio e inician una relación secreta. Marianne tiene problemas para vincularse con su entorno, no tiene ni une amigue, tiene una familia problemática y es objeto de burlas en su secundario. No estamos hablando de un caso de bullying tan intenso como el de Hannah Baker en 13 Reasons Why, pero cada vez que ella habla, algune compañere tiene un comentario malicioso para hacerle. En contraposición, Connell es un chico bastante introvertido y amable que, de alguna manera, termina formando parte de los populares. 

La serie va por más que un romance adolescente y nos muestra el doloroso proceso madurativo por el que pasan les protagonistas entrando a la adultez. Con varias idas y vueltas, la relación va siendo moldeada de acuerdo con las presiones sociales del momento. Algo similar a la película Love, Rosie, pero mucho más profunda y humana ya que no se limita a mostrar una serie de desencuentros, sino que lo usa como una excusa para abarcar temas como la soledad, las inseguridades y la frustración.

Los primeros episodios, dirigidos por Lenny Abrahamson (Room, Frank), abarcan la etapa del secundario, ese momento en el que lo importante es la mirada que les demás tienen sobre nosotres. La protagonista accede a mantener la relación en secreto a pedido de Connell, algo que, si nos pasara a nosotres, probablemente lo sentiríamos un poco insultante. Cómo mínimo se nos cruzarían un par de preguntas por la mente: ¿qué tiene de malo salir conmigo? ¿Qué tan defectuosa puedo ser como para que esa persona se avergüence de mí? Pero ella está acostumbrada a ser menospreciada por su entorno y su baja autoestima da lugar a esta relación. Si en su propia familia es ninguneada, maltratada y no tiene quien la contenga, probablemente sienta que no es merecedora de una relación sexoafectiva responsable.

La protagonista, de apariencia fuerte y rebelde, ocupa en los ámbitos públicos (en este caso el colegio) el rol de la mujer que no teme a expresar sus opiniones, algo que no ocurre en su ámbito privado (hogar). ¿Y qué peor amenaza para el patriarcado que una mujer que opina? Los amigos de Connell, que responden a los criterios de nuestra sociedad machista, la etiquetan como “la rara”, descalificándola por escapar de las expectativas de género. Nos criaron con la idea de que las mujeres buenas son “las calladitas”, y si ponés la voz en alto automáticamente sos la loca.

Aunque la relación de los protagonistas tiene varios aspectos cuestionables, en la intimidad parece una pareja ideal. Comparten los mismos pensamientos, les apasiona la literatura, planean un futuro universitario, y repiten como un mantra que sus relaciones “no son así con otra gente”. Los actores logran mantener tal química y tensión sexual equivalente a ver en loop la presentación de Lady Gaga y Bradley Cooper en los Oscars. Ni hablar de las escenas de sexo que hacen avanzar la trama de la misma forma que lo haría un diálogo. Los primeros planos y la luz natural con la que están filmadas logran que estos momentos se vean como algo muy íntimo y tierno, como si coger fuera vital para demostrarse el amor que se tienen.

Un punto a favor es que el guión no se olvida de que los protagonistas tienen que usar preservativo, y que las relaciones sexuales tienen que ser consensuadas. Connell se muestra atento a las necesidades de Marianne; sobre todo en los primeros encuentros donde le pide que, si necesita parar, no se avergüence y chequea varias veces que esté bien. Como si fuera poco, la serie no se limita a sexualizar solo a la mujer sino que la desnudez es casi equitativa para ambos personajes (¡al fin!) y se animan a mostrar un pito. Que estos momentos de sexo se vean tan bien en la pantalla no es casual, todos fueron filmados con la ayuda de Ita O’Brien una “Coordinadora de Intimidad”. Este rol, que se propagó con el movimiento Me Too, es relativamente nuevo en Hollywood y se ocupa de garantizar el bienestar de los actores durante las escenas en las que están más expuestos. 

Entonces, si todo es tan lindo y hay tanta química entre ellos dos, ¿por qué Connell quiere mantener esta relación en secreto? Esto no pasa tanto por avergonzarse de ella, sino por el miedo a ser excluido. Por ejemplo, cuando sus amigos insultan y se burlan de Marianne, él no la defiende. Su silencio es cómplice, pero ir en contra de ellos sería romper con el pacto de caballeros que mantienen muchos hombres y por los que se legitiman estos comportamientos abusivos. Estos varones reproducen actitudes propias de la masculinidad tradicional, es decir, conductas machistas que reafirman su virilidad ante sus pares. En cambio, Connell representa un modelo masculino más amable, algo que él mismo trata de ocultar ya que ser vulnerable es considerada una característica propia de lo femenino, es decir, de un ser inferior. Algo así podemos ver hasta en la película High School Musical cuando los amigos de Troy Bolton le recuerdan que en lo único que se tiene que enfocar es en el básquet, y por la presión termina diciéndoles que nunca le importó participar del musical. Evitar caer en lo femenino, en las “cosas de chicas”, es algo que muchas veces empuja a los hombres a tomar decisiones que no los hacen felices.

En distintos momentos Connell tiene que decidir si responder o no a esas presiones sociales. Hay una escena en la que Marianne se niega a bailar con un tipo y este, “para convencerla”, le toca bruscamente un pecho mientras le dice que tiene que bailar con él. Una situación de abuso por la que seguramente a muches nos tocó pasar. Otra vez el silencio cómplice. Todes les que están presenciando lo que le hacen a la protagonista se ríen como si fuera una broma; solo una piba la defiende insultando al abusador. La reacción de Connell llega tarde. Después de este momento comienzan los justificativos, las clásicas frases “él no es así: es un chico bueno” o “era una broma”, que dan a entender que Marianne es la exagerada, desvalorizando sus sentimientos. Como decía Diana Maffía en una entrevista que leí hace un tiempo, “el humor se apoya fuertemente en los estereotipos, a la vez que los refuerza; pero sobre todo hace cómplices a quienes riéndose se encuentran integrados en una cultura que nosotras queremos cambiar”.

En la universidad, la dinámica entre los personajes cambia. Marianne es la “chica cool” que se rodea de amigos intelectuales, mientras que a Connell sus inseguridades le juegan una mala pasada para socializar. Fuera de las limitaciones de la secundaria, la opinión de lo demás pierde importancia y el peso recae en conocerse a une misme. Si bien la serie muestra que las personas son capaces de evolucionar, no por eso desmerece las vivencias que los personajes tienen en su adolescencia y cómo estas influyen, en mayor o menor medida, en los caminos que toman sus vidas. Normal People captura con claridad lo doloroso que puede ser este proceso introspección, que en el caso de los protagonistas los lleva a lugares oscuros. A ella, la búsqueda de su identidad la lleva a mantener amistades y relaciones tóxicas, donde pretende intentar ser alguien que no es. Connell, con una idea de sí mismo menos resuelta, se encuentra con su versión más insegura y melancólica. Pero en todos estos momentos difíciles los dos se acompañan para salir adelante y el vínculo que los une madura hacia una relación menos frágil. Ya no se trata de estar o no estar juntos sino de potenciarse para acercarse a algo parecido a la felicidad. 

Normal People estará disponible en Argentina a partir del 16 de julio en la plataforma Starzplay.

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