Opresiones y pandemias: una perspectiva feminista y antiespecista

FYA-01

Por Jacqueline Guzmán (Referenta en Argentina de la ONG Million Dollar Vegan)
Ilustraciones: Victoria Da Costa

Una mirada interseccional que une al antiespecismo como lucha

Primera aclaración

El antiespecismo entiende a los animales como sujetos políticos oprimidos que deben ser considerados moralmente, dado que la especie a la que un ser pertenece no es una característica relevante al momento de considerar sus intereses; al igual que el género con el cual una persona se identifica tampoco es un criterio que deba condicionar el trato que esta recibe en relación con otras. Por lo tanto, un concepto transversal al feminismo y al antiespecismo es el de la discriminación. 

El paradigma interseccional que el feminismo ha gestionado y mantenido aborda implicaciones de género y también raciales y de clase. Desde el antiespecismo creemos que es momento de considerar el elemento “especie” a través del concepto de animalidad para ampliar el espectro de acción y comprensión del sistema de opresiones. Creemos que puede ser una herramienta más de desarticulación, de pensamiento crítico y de debates políticos constructivos.

Algunas problemáticas en torno a la relación

Cuando hablamos de estas dos problemáticas puede resultar incómodo el paralelismo: desde el feminismo no siempre se comprende la conexión con el antiespecismo, sobre todo si se lo analiza desde el veganismo, un movimiento que ha cobrado cada vez más fuerza y que tiene la responsabilidad de desarmar los prejuicios en su contra. No solo por la sociedad fuertemente carnista en la que vivimos, sino por la percepción generalizada de ser un movimiento elitista sin perspectiva de clase. Incluso, a veces, en su afán de ser comprendido, el veganismo puede caer en biologicismos, utilizar metáforas o comparaciones desafortunadas entre los sujetos políticos del feminismo y los animales no humanos, e incluso ofensivas para aquellxs quienes han vivido situaciones de abuso. 

Dentro del movimiento por los derechos de los animales no siempre se tiene como eje la importancia de enmarcar el especismo dentro de un contexto en el cual indiscutiblemente convergen diversas opresiones. Este eje permitiría desarrollar herramientas en torno al problema de la animalidad y de la opresión de las especies no humanas para alcanzar una lucha más completa, así como para proteger a las minorías al interior del movimiento. Quienes ven a la interseccionalidad de las causas como detractora en el camino por la llamada “liberación animal” son sectores que perpetúan una cultura patriarcal en la cual muchas mujeres y disidencias se ven expuestas, en el peor de los casos, a situaciones de abuso dentro de un movimiento en construcción que no tiene todavía las herramientas necesarias para enfrentar estas denuncias, y en donde los lugares de liderazgo y poder son ocupados por “referentes” con poca perspectiva de género, clase y raza que a menudo invisibilizan el trabajo realizado mayormente por esas mismas minorías.

Asimismo, para transformar nuestros feminismos y ampliar el alcance de nuestras luchas antipatriarcales, es necesario incorporar la lucha por los derechos animales en su capacidad de visibilizar las discriminaciones de múltiples sujetos políticos y del cuestionamiento sobre el consumo y disciplinamiento de los cuerpos. Romper con la objetivización de los cuerpos “femeninos” y disidentes en todas sus formas, así como con la objetivización del cuerpo del animal no humano, considerado “de consumo” y a merced de la voluntad de la especie humana y de ciertos sectores dentro de esa especie, es lo que les da un marco común a ambas luchas. 

La acción articulada

La filosofía nos permite cuestionar la realidad que nos atraviesa en todas sus formas para así comprenderla. Luego es necesario tomar acción para contribuir a la liberación de aquellos sistemas que nos oprimen ante el abuso de poder del aparato represivo del Estado y de la ausencia de políticas que consideren los intereses de los pueblos.

En el contexto tan crudo que nos presentó la cuarentena, hemos visto una reivindicación del rol del trabajo comunitario y de ayuda social, sostenido dentro de los barrios vulnerabilizados con condiciones de las más adversas. Desde este sector del antiespecismo creemos crucial comprender que para abogar por los derechos de los animales debemos analizar las relaciones de poder existentes a nivel sociocultural, analizar por qué estos sujetos políticos son objeto de discriminación y no olvidarnos de que el sistema de producción y distribución alimentaria juega un rol crucial en la constitución de la opresión de especie. Para desarmarla, por lo tanto, es necesario profundizar en las dinámicas entre clase, género, raza y especie. Esto indefectiblemente nos posiciona en un lugar de acción articulada: tanto nuestra teoría como nuestra acción deben poder dar cuenta de la inscripción de una en la otra. Como propone la autora Ange-Marie Hancock, la interseccionalidad requiere de una formalización que se desarrolle tanto teórica como empíricamente.

Entendiendo esta premisa, desde el comienzo de la cuarentena hemos llevado a cabo acciones solidarias en distintas villas y barrios populares de Buenos Aires con el lema “Vegano Para Todes”. Se realizaron ollas populares, parrilladas, talleres de cocina y reparto de viandas vegetales y agroecológicas, junto a organizaciones como No Tan Distintes, una agrupación de mujeres trans en situación de vulnerabilidad social.

Con esta campaña intentamos garantizar alimentos saludables, libres de explotación animal y de agrotóxicos, amables con el medioambiente y más económicos para personas en situación vulnerable. Al mismo tiempo, brindamos información sobre la importancia de cuestionar nuestros hábitos de consumo, sobre los motivos por los cuales consideramos que el veganismo es más favorable, y herramientas para poder replicar esta alimentación, haciendo hincapié, principalmente, en cómo una alimentación de estas características es más económica y accesible que una alimentación de origen animal.

Cuando promovemos el veganismo de esta manera, no solo pretendemos generar conciencia sobre el sufrimiento animal, el surgimiento de pandemias, el impacto en el medioambiente y en la salud de la población, y el desplazamiento de pueblos originarios por la deforestación que esta producción industrial genera, sino que también estamos pensando en la desigualdad de la distribución de los recursos como una cuestión colectiva y no solamente de consumo individual. Cuestionar la producción industrial de carne y el consumo de productos de origen animal conlleva una responsabilidad: considerar a aquellos sectores que no tienen garantizado el acceso a alimentos de calidad. Brindar comida de origen vegetal, nutritiva, económica y sabrosa a personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica, junto con información y herramientas que permitan replicar esta forma de relacionarnos con los alimentos y con la industria que los produce, es una manera de hacerle frente colectivamente a un sistema que replica múltiples discriminaciones y desigualdades.

Entonces

Las alianzas y tensiones entre los movimientos sociales son necesarias para que en conjunto se logre deconstruir lo normalizado y nos acerquemos más a la comprensión y a la acción, con el objetivo de desarmar las desigualdades sociales. Creemos que el feminismo antiespecista constituye un agregado a las propuestas políticas que contemplan los tipos de exclusión existentes y, por lo tanto, propone una categoría de opresión adicional a revisar y contextualizar. De esta forma es que se pueden generar cambios significativos. En el cuestionamiento colectivo. En la autocrítica. En la búsqueda genuina de unidad. De deconstrucción desde y hacia puntos en común. De la visibilización y consideración de todas las luchas. Que podamos identificarlas, buscar qué comparten, moldearlas, unirlas, romperlas y rearmarlas.

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