¿Alguien quiere pensar en la promo 2020?

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Por Iara Mossayebeh
Ilustraciones: Rocio Perez y Camil Camarero

Les que terminan el secundario se encuentran en una nebulosa de incertidumbre y nostalgia. Indagamos en sus sentimientos y pensamientos en medio de una pandemia que les aleja de sus compañeres, sus profes y sus rituales de cierre.

Les adolescentes anhelan poder darle el final más épico posible a su último año del secundario. A la promoción 2020 le tocó transitar el esperado egreso en cuarentena, y mientras se diluyen los planes, cuando se les pregunta afloran los sentimientos de manija  acumulados desde que entraron a primero. Para eso suelen sacan de la galera capacidades de liderazgo desconocidas hasta el momento y movilizan literalmente cientos de pibis para llevar a cabo distintos eventos de festejo.

En los últimos años, el pack completo de le egresade, si bien hay variaciones, suele comenzar por el último primer día (UPD), que es el día previo al comienzo de clases, en el que les alumnes se juntan a hacer una fiesta que dura toda la noche y luego van juntes al colegio cuando termina. Después viene el viaje de egresades, con el histórico destino de Bariloche a la cabeza, pero también, de acuerdo al nivel socioeconómico, puede ser alguna playa de Brasil o México. Además, tienen la fiesta de egresades, la más importante de todas. Les de quinto alquilan el boliche y le regalan las entradas a todo el colegio, estas fiestas suelen ser masivas y les protagonistas van disfrazades (y muy pasades) para ser el foco de atención. El broche de cierre del pack se produce en las entregas de diplomas en el colegio.

De todo esto actualmente, que es organizado siempre con anticipación, se sabe poco. El ministro de Educación, Nicolás Trotta sostuvo que si no se modifica la situación epidemiológica, por  lo menos en AMBA, no volverían las clases presenciales. Ahora bien, es difícil asegurar que habrán fiestas y grandes aglomeraciones de gente, cuando este tipo de encuentros estarían permitidos recién en la fase 12 (calculada a partir del 5 de octubre) del cronograma para abrir el aislamiento presentado por el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. «Se normalizarán los eventos masivos, las reuniones sociales y se habilitarán los locales nocturnos», dice el plan. Eso sí, por más que den las fechas, no parece posible que inmediatamente estos espacios se animen a reabrir en su total capacidad para poder satisfacer la demanda de festejos. 

Otros países vienen empleando «egresos virtuales», como el que organizó la revista Vogue, en la que hicieron presencia distintas celebridades. MTV y Michelle Obama, celebraron por su parte y hasta aprovecharon para incentivar el voto joven en su #Promathon. Por su parte, John Krasinski, también conocido como Jim de The Office, se sensibilizó con «The Class of 2020″ y en YouTube armó una Prom «para todes les chiques del mundo», a la que no faltaron los Jonas Brothers, Billie Eilish, Brad Pitt, entre otres. De solo verla queda claro que es un reconocimiento hermoso para quienes se están perdiendo de cosas lindas. Quiero proponer a Lali, Cazzu y Wos para cuando se pongan en campaña para armarlo en Argentina. 

Las expectativas de les pibes

Para todes el secundario comienza igual, aquel primer día de clase en el que pisan la inmensidad de los patios y las aulas donde se sienten ínfimes, donde pasean y miran con admiración a les grandes, con un profundo respeto. No vaya a ser que mirándoles fijo sientan por asomo que se cuestiona su autoridad. Le pasó a Paloma del Pellegrini: «Cuando entre al colegio veía a los de 5to o 4to y me flasheaba ver cómo sabían tanto de todo, de los profesores y los preceptores». Anette va al Belgrano Day School y los observaba con timidez: «Nosotres teníamos mucho respeto, no se si los veíamos superiores pero no se te pasaba por la cabeza ir y plantarte a decirles algo».

Juan del Lenguas Vivas lo dice claramente: «Yo recuerdo que los miraba como wow, son re langas, quería sentirme también así, como el rey del colegio». Les mismes egresades construyen misticismo y mitología en torno a quinto año. Se crea la expectativa de que será una fiesta.  Además, adolecer trae todos los cambios y las nuevas libertades, los mundos de los excesos y la gira tocan la puerta, y llaman a probar. Se pintan banderas, se hacen buzos, crean cuentas de Instagram grupales y cantan infinitas canciones que rezan «ya fue, es quinto».

Las empresas prometen reprogramar los viajes de egresades y de los boliches señados nadie obtuvo ninguna noticia. Pocas esperanzas tienen las chicas del Pelle que contrataron un espacio clandestino para el último primer día, pero el inicio de la cuarentena obligatoria les hizo suspender el evento. Con el mundo azotado por la pandemia, Annette ve difícil (y con razón) la idea de ir a encerrarse siete días en fiestas en cualquiera de los destinos del viaje de egresades. Juan se anima a poner en palabras una realidad difícil de evadir: «Aunque la fiesta la seguimos pagando, no creo que se haga este año, pero puede que se haga el próximo. Me parece bastante paja hacerlo dentro de tanto tiempo, siento que voy a estar re en otra con la facultad».

Unides y organizades

Un día se llega a cuarto año y se comienzan a organizar los planes para el año siguiente, en especial lo que respecta a coordinar con las empresas de viajes de egresades y los boliches, que piden señas para guardar la fecha elegida de la fiesta. Las cortinas de todo lo que parece goce se caen y dejan al descubierto lo difícil que es lograr que tanta gente se pueda poner de acuerdo en los miles de detalles para que, cuando llegue el tan esperado día, se lleven a cabo todas las costumbres de cada colegio en particular. Esos que se asientan como rituales sostenidos en el tiempo. 

Para Milagros del San Román, que estuvo involucrada en organizar muchas cosas de su egreso, calificó el proceso como «una lucha». Se explica sola cuando cuenta que su colegio tiene la loca idea de emprender que les 100 integrantes de la camada hagan el viaje, la fiesta y el disfraz todes juntes. «Hay muchas opiniones diferentes y a veces se torna un poco ofensiva la cosa», agrega. Juan seguramente se identifique porque cuenta con sumo hartazgo como algunes no le ponían voluntad y entre poques tenían que rogarles respuestas al resto. La bronca se incrementa para les que lideran ya que planean algo que va a ser lindo para todes y algunes no son capaces de ni de movilizarse, ni de responder mensajes o simplemente emitir opiniones. 

Si bien deciden organizar por división, tampoco fue tarea fina para Juana y Paloma del Pellegrini, que tienen el rol de delegadas encargadas de llevar la información al resto de los cursos. Como les pasa a todes, salen a relucir les desentendides a quienes hay que perseguir para que los 100 pesos de la seña del boliche estén en tiempo y forma. Ya es un clásico en este colegio que los viajes – considerando que el precio de Bariloche es de 70 mil pesos aproximadamente- y el vestuario de la fiesta sean elegidos por grupos de amigues en vez de forzar acuerdos. La experiencia resulta más heterogénea. 

El caso de Anette ilustra plenamente la «lucha» que describió Milagros. En el Belgrano Day School, es una tradición que el destino del viaje sea Cancún. En el colegio tienen la bandera colgada de la playa del Caribe. Mientras coordinaban el destino el año pasado, ahora frustrado por el coronavirus, se sumaron a la discusión madres preocupadas por los problemas de inseguridad y narcotráfico de México. No solo mucha gente terminó bajándose del viaje sino que también generó divisiones entre les chiques. «Se pelearon hasta las madres, fue bastante feo. Ya de por sí es dificilísimo ponerse de acuerdo y siempre hay alguien que se queja, que duda y quienes simplemente parecen tener ganas de pelear», se lamenta. Las madres y padres también intervinieron (no sin motivo) el último primer día de Lola de ORT: «Éramos diez en un grupo que contestaban solo tres tratando de organizar todo para 150 personas, y además las 300 madres y padres de les que la mitad no quería que tomaran sus hijes de 17 años».

La necesidad de un cierre 

No solo les importa lisa y llanamente la joda, elles hacen referencia a una cuota de pasión y otra de dolor en todo lo que conlleva la combinación completa de quinto año. Perderse las actividades escolares y extracurriculares también son motivo de lamento. Antes de contar de qué tratan, es preciso recordar que para estos eventos les estudiantes se preparan durante todo el secundario y en el último año se culminan y suelen protagonizarlos. En el San Román tienen un desfile donde presentan los buzos de egresados al resto del colegio y hacen «convivencias y retiros» donde pasan días enteros en una quinta. En el Lenguas Vivas celebran la Fiesta de la Primavera donde les grandes se encargan de armarla más picante cada año. Les del Belgrano Day School participan de los Interhouses, dónde dividen a todo el alumnado por colores y hacen torneos deportivos dignísimos del Torneo de las Casas de Harry Potter. Además hacen un musical muy esperado donde actúan les egresades. Les chiques de ORT sueñan con su acto de despedida en el Luna Park.  Es fácil entender la frustración que expresan frente a las alternativas virtuales que les propusieron los colegios.

“El crecimiento no se siente”, asegura Paloma, que antes de que se dé cuenta le va llegando su hora de dejar el secundario. Nunca hubiesen esperado que todo se dé en condiciones tan atípicas. La nostalgia les pesa y se les siente. Les prometieron el mejor momento de su adolescencia y lo miran deshacerse desde la reclusión en cuarentena. No pueden abrazarse con sus amigues, con quienes compartieron cada día de los últimos años y duele profundamente. Brillan por su ausencia los espacios de reflexión y agradecimiento por lo aprendido. Algunes más apegades a sus compañeres buscan la manera de repasar con nostalgia los mejores tiempos compartidos y encontrarse para acompañarse por Zoom. “Estábamos esperando vivir lo que se nos vendió como el mejor año de nuestras vidas”, agrega Lola.

Desarmarse (o deconstruirse) incluye dejar atrás la subestimación a las juventudes y sus sensaciones. Tener el proceso de cierre colectivo cargado de fiesta es una forma hasta vital de despedir a la adolescencia que se va. Mi deseo es que se hayan sentido escuchades y que las palabras sean un abrazo de empatía en este aislamiento. Por último, no quiero pecar de vieja ortiva, pero creo que cobra vigencia lo que escribí en Instagram después de mi propia fiesta de egresades allá por 2017 sobre aquello que creo que es lo más importante de todo éste proceso: “Se va terminando y llegan esos momentos lindos en los que sos la reina de algo que para vos es único, pero pasan todos los días. No me importa si llenamos el boliche, yo la rompí al lado de la gente que más amo y eso para mí es estar en casa”.

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