Reencantar el mundo: entrevista a Lu Gaitán

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Por Ayelén Cisneros
Fotos: Mila Ferrari

Dialogamos con una de las referentes de la nueva camada de astrólogues que buscan resignificar esta disciplina.

La astrología está en agenda. Nos rodea en conversaciones con amigues cuando relacionamos el malhumor que llevamos encima con la posición de algún astro. Aparece en forma de debates candentes en las redes sociales en los que el mundo se divide entre científiques indignades y feministas que reivindican a la figura de la bruja. Invade las vitrinas de las librerías masivas y no tan masivas. Esto se debe a una nueva ola de astrólogues jóvenes, que tienen una mirada feminista, con conciencia social, y que plantean más preguntas que respuestas acabadas sobre el mundo. Lu Gaitán forma parte de esta ola y no solo es astróloga sino que también es politóloga, yogui y unas cuantas cosas más.

En los últimos años se convirtió en referente del tema y la siguen miles de personas. Publicó dos libros muy vendidos: Asuntos de Venus y Alumbra la Luna, ambos editados por Planeta. Además, tiene dos podcasts, Brujipop y Lucía y sus gemelas. En esta faceta trata temas vinculados a la cultura, los feminismos, la ecología y la sexualidad. 

Si bien los saberes en torno a los astros la acompañaron casi siempre, tuvo un momento de revelación ya de adulta. “Recuerdo esa primera sesión que tuve con un astrólogo y sociólogo que quiero mucho, donde aparecieron temáticas que yo venía trabajando en psicoanálisis desde hacía años. En una hora y media, tocamos lugares que yo venía procesando desde hacía rato, pero sin ese poder de síntesis”, cuenta Lu. Y agrega: “Banco el psicoanálisis y me parece fundamental ese trabajo en capas de cebollas que se va haciendo sesión a sesión y lo super recomiendo. Pero, con total sinceridad, quedé maravillada por ese encuentro con la astrología”. 

BEBA pudo entrevistarla y charlar con ella sobre su recorrido, la perspectiva feminista que aplica en su trabajo, mercurio retrógrado y la potencia política de este saber ancestral que despierta diversas pasiones.

Estudiaste ciencia política, venís del palo de las ciencias sociales, ¿cómo conectaste con la astrología?

La astrología está en mi vida desde que soy muy chica, solo que la veía como entretenimiento. Recién cuando me recibí de politóloga en el 2009, me enteré que existía más allá del horóscopo de la revista y las características de personalidad por signo. Fue ahí cuando me metí de lleno en la astrología, la práctica del yoga, el veganismo/vegetarianismo y un montón de otras cosas más como reiki, registros akáshicos y tarot, que llegaron más o menos al mismo tiempo.

Para vos, ¿cuál es el aporte de la astrología a la sociedad? ¿Hay un potencial político?

Yo creo que la potencia política de la astrología radica, en este contexto, en el reencantamiento del mundo. Sobre esto hablaron distintos autores: Morris Berman y Silvia Federici. Y Max Weber habló sobre el desencantamiento del mundo. No hablaron específicamente sobre la astrología, pero sí mencionaron la importancia de recuperar una forma de vida que sostiene que todo está vivo y todo está conectado. Esto incluye a los animales y las plantas, pero también al agua, el suelo, el aire, las montañas. Y por supuesto, el cosmos. Esta perspectiva va en contra del cientificismo y el racionalismo extremo. No quiere decir que esté o estemos en contra de la ciencia o la racionalidad, pero sí creo que necesitamos recuperar otras formas de habitar este mundo. Esta perspectiva está presente, con sus especificidades, en la ecología y en las cosmovisiones ancestrales.  

¿Cómo te llegó el feminismo?

El feminismo me llegó hace relativamente poco tiempo -comparando con el esoterismo y la ecología, que están en mí hace un rato largo- con los primeros Ni Una Menos y con la demanda por el aborto legal. Con el feminismo también llegó el colectivo LGTTBIQ+. Y sobre todo, las historias que escuché en el consultorio astrológico en los últimos años me hicieron ver eso que las feministas de los sesentas dijeron mil veces, que lo que creemos que es personal, es político. Hubo momentos donde sentí que era el meme del chabón con el pizarrón, fumando, desquiciado y que muestra cómo todo está vinculado con todo. Y obvio que “somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar” le puso el moño a la conexión entre el esoterismo y el feminismo. 

¿Por qué es posible una astrología feminista?

La astrología que conocemos tiene un vínculo muy cercano con la mitología de Grecia y Roma. De hecho, los nombres de los planetas son nombres de dioses y diosas. La mitología de Grecia y Roma está llena de historias de abusos y violencias varias sobre las mujeres. Es una mitología patriarcal. Yo trabajo con la hipótesis de que los relatos míticos funcionan como el pegamento simbólico de la sociedad. Si los dioses tienen determinadas conductas, ¿por qué los seres humanos comunes y corrientes no podrían hacer lo mismo? Algo parecido sucede con la figura de la Virgen María, que representa a la mujer entregada y sacrificada en la mitología cristiana. Bueno, podemos y necesitamos hacer una revisión de los cuentos que nos contamos, de las narrativas hegemónicas. 

¿No sentís que los feminismos están revalorizando a la astrología como un saber ancestral en consonancia con la reivindicación de la figura de la bruja? Una especie de «puesta en valor» de discursos y lógicas que fueron relacionadas a las feminidades en forma peyorativa. ¿Qué sentís con respecto a eso?

Sí, estoy de acuerdo con esa visión. De hecho, a finales de los sesenta, en pleno auge de la segunda ola feminista, surge el movimiento WITCH (bruja en inglés). Creo que en esta misma linea, son fundamentales los aportes de Silvia Federici, con su revisión feminista y marxista de la historia en Calibán y la bruja y luego en Reencantar el mundo. Y finalmente con la consigna que aparece en muchas movilizaciones: «somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar». En el siglo XVI, la acusación de ser «bruja» era una categoría de amplio espectro que incluía a esotericas (no había astrologas porque la astrología fue algo de varones, pero sí había tarotistas, videntes y canalizadoras) pero también a aborteras, ancianas, mujeres con personalidad fuerte o que sabían de medicina y hierbas, que tenían algún oficio o simplemente apostaban a una forma de vida comunitaria. Hace 400 años, nadie en su sano juicio iba a decir abiertamente «soy bruja». Hoy «bruja» está más asociado a las mujeres y feminidades esotéricas y no tanto a las científicas, las militantes o a las que arman redes. Decirse «bruja» y sentirse orgullosa de serlo, forma parte de una reivindicación identitaria como puto, puta, torta, trava y marica. Y es interesante porque al día de hoy, muchas personas que son conocidas socialmente por su rol en la ciencia o en política tampoco dicen abiertamente que son esotéricas. Lo esotérico, en algunos entornos, es una vivencia que todavía está enclosetada. Decir abiertamente «soy bruja» o «me copa lo esotérico», equivale a salir del closet. Sabés que se te puede venir encima el rechazo o la burla de las personas a tu alrededor o podrían hacerte bullying en redes sociales. Por eso, muchas personas lo mantienen en secreto. Incluso algunas personas que abiertamente bardean a lo esotérico, en su vida privada, tienen apertura a lo esotérico. Como si lo esotérico negara lo científico. No se trata de eso. Y por suerte, cada vez somos más.

Cada un tiempo en la opinión pública se ataca a la astrología, se dice que es un discurso individualista peligroso, por ejemplo, en medio de una pandemia, que es una pseudociencia que trivializa la idea del conocimiento, ¿qué opinás sobre eso?

Creo que estamos viendo el asunto de un modo muy binario y simplificado, no se trata de ciencia versus esoterismo. Creo que el punto es: para algunas cuestiones, necesitamos la ciencia y para otras, el esoterismo y lo simbólico. Incluso pueden dialogar. Podemos vacunarnos contra el COVID (yo estoy esperando que me llegue mi turno) y podemos hacer un análisis simbólico de la pandemia. Me parece que el problema central es cuando pretendemos universalizar y simplificar nuestras respuestas. Entonces, cancelamos a la ciencia o cancelamos lo esotérico. ¿Por qué? ¿Para qué? Me parece innecesario. Por otro lado, creo que el esoterismo puede aprender mucho de la comprobación empírica, revisando la heteronorma del discurso astrológico o cuestionando las dinámicas patriarcales al interior del circuito astrológico (por ej: el lugar que ocupan las astrologas mujeres en comparación con los astrólogos varones o la ausencia de astrologues trans). Todas estas discusiones están pasando en entornos tradicionalmente entendidos como académicos o científicos. Quienes nos dedicamos a investigar lo esotérico, necesitamos aprender a situar nuestro conocimiento y revisar desde donde decimos lo que decimos. Sí me parece peligroso que el esoterismo quede vinculado al individualismo New Age, tipo “si querés, podés”, o que todo se resuelve siendo optimista. Creo que el deseo es importante y el optimismo también, sino no iríamos a terapia o no militariamos ninguna causa, pero vivimos en un contexto material que nos pone bordes. 

¿Cómo te llevas con la idea de predicción? ¿No sentís que a veces se puede generar un efecto de profecía autocumplida?

Creo que podemos hacer predicciones con un amplio espectro porque cada indicador astrológico puede ser interpretado de múltiples maneras. Esto es lo mismo que pasa con otros símbolos. La serpiente es el mal para el judeocristianismo; para el hinduismo, es el despertar espiritual y para los aztecas, había un dios que tenía forma de serpiente con plumas. Entonces, llevando esto a la astrología, ¿qué significa que estemos en la temporada de cáncer? Pueden ser muchas cosas, que estemos con ganas de estar en casa, que estemos con recuerdos de la niñez, que deseemos dormir con alguien cucharita, que el lado bruji esté exacerbado, que nos den ganas de estar en casa y cocinar una sopa, que estemos extremadamente sensibles, que estemos reactivas, que estemos preocupadas por el Río Paraná y por el Mar Argentino. ¿Qué de todo eso? ¿Todo a la vez? ¿Alguna? ¿Ninguna? ¿Puedo saber si vamos a ser felices o no? No creo que podamos saberlo de antemano. Entonces, las predicciones se vuelven una tortura cuando se vuelven muy cerradas y categoricas.

Hace unos días escuchaba una definición de Astromostra sobre la astrología que decía que es «la reserva de poesía más importante de la humanidad». Hay un cierto sector de la astrología que utiliza los discursos del coaching y que tiene mucha popularidad ¿no sentís que la astrología pierde su esencia cuando es tan funcional al capitalismo?

El capitalismo es un sistema muy hábil. Todo lo que toca lo vuelve un objeto de consumo dispuesto a ser vendido y comprado, incluso aquello que fue disidente. Como las marcas que se llenan de carteles hablando del Mes del Orgullo pero después discriminan a sus empleades o solo lo hacen con modelos que responden a la norma. Que pase algo parecido con la astrología me molesta, obvio que sí, pero lo único que me queda o que nos queda es generar otros discursos astrológicos que sirvan para transformar el mundo en el que vivimos. Que la astrología deje de ser diversión y sea un lenguaje que colabore con la transformación total de este sistema. Por suerte, cada vez somos más les que estamos en esta. Entre elles, Astromostra. Aprovecho y le mando un beso. La mostri y yo siempre discutimos y debatimos sobre astrología y mil cosas más. 

¿Le tenemos que tener miedo a los astros? ¿Por qué hay que temerle a mercurio retrógrado?

Para nada. Con Mercurio retro pueden pasar mil cosas y no todas ellas tienen que ser desastrosas. Puede ser que encontremos algo que perdimos hace mucho tiempo, que nos caiga la ficha de algo que venimos procesando hace rato, que tengamos una charla que limpie asperezas con alguien que amamos, que recuperemos un proyecto perdido, terminamos de cerrar cosas que quedaron pendientes. 

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